Dominando la conexión humana

El mundo avanza hacia un estado más interconectado, con reciprocidad e integración. Un estado en el que se perciba que esta tendencia de desarrollo puede pasar a otros en espíritu de conexión. Hay testigos de los signos del proceso de madurez humana y fueron acelerados por la pandemia. Alcanzará su total madurez hasta que nos elevemos al nivel de amar a los demás. El período de transición puede ser doloroso o agradable, depende de nuestro nivel de participación en el inicio de ese cambio positivo.

Hasta ahora, hemos dejado que nuestra naturaleza egoísta innata domine nuestros pensamientos y acciones. Mientras sigamos en esa dirección, más nos distanciaremos de la Ley esencial de Naturaleza y eso nos traerá sufrimiento y aumentará la división. Por eso, este virus nos lleva hacia una sociedad más consciente de nuestra interdependencia, para que aspiremos a un futuro mejor.

¿Cómo podemos tener resultados ideales en nuestras relaciones y cohesión humana? Primero, es importante entender que cada uno actúa como un tipo de receptor y transmisor. Constantemente recibimos mensajes, los procesamos en nuestro interior y los transmitimos. Así, cuando piensas en conexiones y relaciones buenas y mutuas, un campo de sentimiento positivo se extiende a tu alrededor, incluso sin palabras.

Además, para aumentar el impacto positivo en los círculos, en los que nos movemos, ante todo, debemos evaluar el entorno circundante. Es decir, debemos verificar la situación actual de la gente con la que nos asociamos, el estado que buscan alcanzar, qué consideran éxito y cómo definen el buen futuro. Luego, debemos construir un plan de acción de divulgación con base en la visión que se adapte a ellos y buscar profundizar la conexión mutua como medio para ayudarles a entender la meta.

Esta sensibilidad hacia las necesidades y aspiraciones de los demás es relevante en nuestras relaciones; con nuestros hijos, miembros de la familia, amigos y colegas en el trabajo. También podría ayudarnos a mejorar la salud, la carrera y los negocios, a mejorar relaciones con todo y con todos. Cualquiera que sea la situación, el principio siempre es el mismo: entender dónde está la gente y qué busca, después, pensar en cómo demostrarle que con buenas conexiones pueden alcanzar sus objetivos.

Para comprender mejor lo que significa la palabra «conexión», consideremos el círculo familiar en bien de la ilustración. Una familia conectada es un lugar donde todos sienten confianza, se comprenden y apoyan mutuamente, sin tener que defenderse ni esconderse de nadie. Una familia debe ser una unidad en la que la atmósfera sea como una nube cálida y suave que rodea a todos.

Si queremos ampliar nuestra perspectiva, podemos dar un paso más y tratar de imaginar a nuestro país con este enfoque de conexión. Si todos pudieran estar juntos y conectarse como en familia, nuestra sociedad sería muy diferente. En lugar de luchar de mañana a tarde, en formas tan despiadadas, tendríamos interacciones más pacíficas en cada paso del camino.

¿Qué puede llevarnos a un estado de cercanía emocional y armonía, a pesar de los desacuerdos legítimos? Cada uno, como «cultivador de conexión» debe tener siempre, antes de sus ojos un principio: influir en otros para mejorar. Primero debemos conectarnos con simpatía, alabanza y comprensión y pensar juntos en aumentar la atención mutua y la reciprocidad. En otras palabras, cada uno debe practicar el amor al otro y crear un terreno más fértil para una existencia gratificante.