Educa bien a tus hijos

A pocos días del inicio del año escolar en Israel, la sensación es que el sistema educativo ha visto tiempos mejores. Muchos maestros están renunciando, especialmente los jóvenes y más dotados y pocos están llenando los espacios vacíos. En Israel el salario del maestro no es atractivo, por decir lo menos, no tienen el respeto ni de padres ni de estudiantes, su estatus social es pobre. En consecuencia, el sistema educativo está ahora al borde del colapso. En esta columna, me gustaría relacionarme con el papel que los padres pueden desempeñar para mejorar la educación de los niños y con los principios básicos que creo que deberían guiar un sistema educativo exitoso.

Primero, debemos entender que esperar que los padres participen activamente en la mejora del sistema educativo no es realista; no sucederá. Los padres no pueden ni tomarán la responsabilidad de la educación de sus hijos. No se les enseñó a hacerlo y no quieren la carga. En Israel, los padres pagan mucho dinero por la educación, aunque se supone que es gratuita y el ministerio de Educación tiene el mayor presupuesto de todas las oficinas de gobierno, excepto, quizás, el presupuesto de defensa, por eso, los padres sienten que debería ser suficiente para financiar una educación adecuada. para sus hijos

De hecho, una forma de resolver el problema es cerrar el sistema educativo y establecer uno privado, donde los pagos de los padres se destinarán directamente y sólo, a la educación de sus hijos. Actualmente, cuando el gobierno financia la educación, gasta el dinero donde quiere y sólo una parte se destina al sistema educativo. Nadie está contento.

Incluso ahora, cuando, supuestamente, los niños reciben todo lo que necesitan en la escuela, los padres que quieren que a sus hijos les vaya bien y sigan con la educación superior, deben pagar extra por clases extracurriculares, que son muy costosas. En realidad, es la forma de acostumbrar a los padres a privatizar el sistema educativo.

Por supuesto, hay temor justificado de que los ricos tengan mejor educación que los pobres, pero ya es así, por lo que, en ese sentido, un sistema privado no será peor que el actual. Si se privatiza el sistema, al menos, los padres sabrán lo que pagan, lo que reciben a cambio y podrán tomar decisiones informadas sobre sus gastos.

Al mismo tiempo, queremos que todos los niños, no sólo los de familias acomodadas, reciban una buena educación. Pues los niños son el futuro de cualquier país, incluido el Estado de Israel. Para dar una buena educación a todos, un equipo de profesionales de la educación no afiliados y altamente capacitados debe diseñar un sistema que no esté relacionado ni obligado con ningún sistema político, sino que esté comprometido, sólo con el beneficio de los niños y en tener una educación óptima.

Esa educación debe incorporar, más que implantar información en el cerebro de los niños. Educar no es adoctrinar. Educar es enseñar a los niños a ser adultos exitosos. Tener éxito no es que la gente tenga un conjunto de información requerida. El éxito depende, ante todo, de las habilidades sociales de cada uno y no de su nivel de escolaridad.

Aprender habilidades sociales es aprender a comunicarse, cooperar, compartir, tener en cuenta las perspectivas de los demás, ser considerado, escuchar y expresarse sin amenazas. Estas son habilidades esenciales para la vida. De hecho, son las habilidades que más usamos. Pero, no las enseñamos en la escuela y en su mayor parte, los padres no tienen tiempo ni energía ni habilidad para enseñarlo. Como resultado, los niños se convierten en adultos mal equipados emocionalmente, tienen que hacer frente a las relaciones en el hogar, en la universidad, en el trabajo, con cónyuges y pareja, pero les falta conocimiento.

Si queremos enseñar bien a nuestros hijos, debemos construir un sistema que les enseñe a ser seres humanos, primero y a tener conocimientos, después. Debemos invertir directamente en el sistema educativo y velar por que la educación sea enseñar habilidades sociales y habilidades de aprendizaje e información, en ese orden.