Uno pensaría que alguien tan renombrado como Albert Einstein, cuya contribución a la ciencia en general y a la de Estados Unidos en particular es incuestionable, escaparía de la difícil situación del antisemitismo. No lo hizo. En una carta de 1936 recientemente descubierta, le escribió a un amigo sobre su situación en EUA: “Aquí hay un tremendo grado de antisemitismo”.
Después de huir de Alemania en 1922, exactamente por la misma razón, el científico descubrió que el antisemitismo no conoce fronteras. Afecta a todos los judíos, independientemente de su estatus social, académico o político. Actualmente, los judíos adinerados de Beverly Hills y en la cima de la administración de Biden, están haciendo el mismo descubrimiento sombrío.
En los días de Einstein, el antisemitismo en Estados Unidos se vio ensombrecido por los horrores de la Alemania nazi. El científico escribió que el odio a los judíos en EUA “nunca toma la forma de un discurso ni de una acción brutal, sino que hierve a fuego lento con mayor intensidad bajo la superficie. Es, por así decirlo, un enemigo omnipresente, imposible de ver, cuya presencia sólo se percibe”.
Hoy, el antisemitismo en EUA ya es brutal, tanto en el discurso como en la acción. Ha habido varias masacres en los últimos años, los incidentes violentos se han vuelto omnipresentes y el discurso de odio es más frecuente que nunca. Por ejemplo, hace unos días, en casas de Beverly Hills, se dejaron volantes antisemitas que decían: «Todos los aspectos de la agenda de COVID son judíos». Además, el volante enumeraba a más de una docena de judíos en puestos clave, relacionados con el sistema de salud estadounidense.
Siempre ha habido antisemitismo en Estados Unidos. Solía ser más fácil ignorarlo y los gobiernos tenían interés en ocultarlo, pues se consideraba que los judíos eran los principales contribuyentes a la economía. En un país donde el dinero marca la pauta, los que lo tienen son los poderosos. Pero cuando demasiada gente tiene muy poco, como está sucediendo ahora, los ricos se convierten en el objetivo. Y cuando los ricos son judíos, es fácil y serán señalados.
Nadie es insensible ante al antisemitismo; es una ley de la naturaleza. Así como no puedes escapar de la gravedad, si eres judío, no puedes escapar del odio a los judíos.
De hecho, la raíz del antisemitismo es incluso más profunda que las leyes más básicas de la física. Los antepasados del pueblo judío, ondeaban la bandera del altruismo. Ellos acuñaron términos como «Ama a tu prójimo como a ti mismo», «lo que odias, no lo hagas a tu prójimo» y establecieron su sociedad con responsabilidad mutua y misericordia.
Además, no construyeron su sociedad para ellos mismos, sino para ser «luz para las naciones», para dar ejemplo al mundo. Fueron un pueblo elegido, elegido para transmitir el mensaje de que el hombre puede elevarse por encima de su aislamiento y formar una sociedad próspera sin menospreciar la competitividad ni oprimir a los líderes, ¿es de extrañar que nadie quisiera su éxito? Pero, si fracasan, ¿quién mostrará el camino para salir de la oscuridad del ego?
De hecho, los judíos representan la lucha entre el bien y el mal. Cuando tienen éxito, son una luz brillante, como un faro de esperanza para el mundo entero. Cuando fallan, son peores que cualquier persona egoísta del planeta. No sólo se revuelcan en el egoísmo, también niegan al mundo el ejemplo necesario para salir de él. Por eso, cuando son egoístas, se les odia más que a cualquier nación, persona o ser que exista.
El volante de Beverly Hills que acabamos de mencionar, está dirigido a personas tan destacadas como la directora de los CDC, Rochelle Walensky, el secretario de Salud Xavier Becerra, su asistente Rachel Levine y el fundador y presidente de la corporación multinacional estadounidense de gestión de inversiones BlackRock, Robert Kapito. Hay una buena razón para mencionar a personas de tan alto perfil. Muestra que no podemos argumentar en nuestra defensa que estamos contribuyendo a la comunidad; la gente quiere algo más de nosotros y cuando no lo consigue, nos odia.
Específicamente hoy, cuando la codicia, el egoísmo y el narcisismo marcan el tono, debe alzarse una voz diferente, una voz que defienda la consideración y la responsabilidad social. Estamos muy lejos de la sociedad ejemplar de los judíos antiguos, pero sería un paso en la dirección correcta. Naturalmente, son los judíos los que se espera que guíen el camino. Es nuestro legado y nuestra obligación con el mundo. Y el mundo no espera menos de nosotros.
Ahora que el pueblo de Israel está esparcido por el mundo, debemos crecer y desarrollarnos dentro del mundo. Debemos mostrarle al mundo que la unidad está por encima de la división, que nuestra sociedad es ejemplo a seguir, un ejemplo de unidad por encima de la división y de consideración en lugar de alienación. Sólo un pueblo de Israel unido, puede guiar a la humanidad hacia la unidad en su lucha contra el ego y el mundo no nos perdonará si fallamos.
Gran verdad!!! Me he preguntado hasta cuándo comprenderé lo importante de la «unidad» aún sabiendo que todos somos un todo del Todo. Tener unidad con mi familia callarme cada vez que mi estúpido ego me gana la partida, es detestable. He sido una antisocial por lo mismo, al interactuar con las personas me involucro py juzgo y me juzgo. Le pido a Dios sabiduría para mejorar cada día. Porque yo ya no me puedo hacer tonta. Reconozco y acepto mis errores. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🌹