Estos días, poner comida en la mesa se ha convertido en un lujo. La inflación en EUA se disparó hasta el 8.5%, el nivel anual más alto de los últimos 40 años y los precios de los comestibles son especialmente afectados, con un aumento de al menos, 10% respecto al año pasado. Para muchos, no sólo en EUA, sino en todo el mundo, el costo de los alimentos está fuera de su alcance, ¿estamos al borde de una crisis mundial?
«La fuerte alza de los precios de alimentos básicos y la escasez de suministros están aumentando la presión en los hogares del mundo y empujando a millones de personas a la pobreza», declararon los directores de la AIF – Grupo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en una declaración conjunta recién publicada.
El Banco Mundial estima que por cada aumento de un punto porcentual en los precios de los alimentos, «10 millones de personas son llevadas a la pobreza extrema en el mundo». La pandemia de Covid-19 causó interrupciones en el suministro de alimentos; la crisis climática está dañando cultivos agrícolas y amenaza la seguridad alimentaria de millones de personas. Ahora la guerra en Ucrania está afectando a la producción de cereales y fertilizantes y a las exportaciones. Los precios mundiales de alimentos alcanzan «un nuevo máximo histórico» y la situación empeora cada día. Las masas hambrientas podrían alimentar las tensiones sociales, especialmente en los países vulnerables.
Además de los factores mencionados, la mentalidad y los hábitos de la gente son los que desencadenan la inseguridad alimentaria. A medida que el mundo evoluciona, la población ha crecido gracias a los avances médicos que permiten aumentar la fertilidad y la esperanza de vida. Además, no sólo somos más y vivimos más tiempo, sino que consumimos mucho más que en el pasado. Hace unos cientos de años nos quedábamos en casa pasivamente y una rebanada de pan al día era suficiente, hoy llevamos una vida agitada y en lugar de una rebanada necesitamos medio kilo de pan al día.
En comparación, en la naturaleza podemos ver que los animales se comportan de forma diferente a nosotros en cuanto a reproducción y consumo de calorías. Cuando los animales no están cazando ni buscando comida, suelen tumbarse tranquilamente y ahorrar energía. Cuando falta comida en la zona, dan a luz a menos crías. En el pasado, en épocas de escasez de alimentos, las mujeres también concebían menos.
Pero como humanos ya no estamos tan apegados a la naturaleza como los animales ni nos preocupamos mucho en pensar en nuestro futuro ni en usar y equilibrar adecuadamente los recursos. Podemos degenerar fácilmente en un mundo de hambruna y en consecuencia, habrá más conflictos.
Con un debate internacional conjunto podremos prevenir el hambre y otros problemas que causan gran sufrimiento y muerte. En ese debate, los representantes de los países estudiarían juntos qué hacer con los problemas onerosos y cómo usar las capacidades humanas para resolverlos.
El problema es que las organizaciones internacionales que deben atenderlo, como la ONU, son poco prácticas, porque representan las fuerzas burocráticas de Estados y gobiernos y tampoco son entusiastas a la hora de buscar soluciones para el futuro del mundo. No hay nadie en quien confiar ni de quien esperar que nos formule planes para una buena vida.
La escala y la gravedad de los desafíos globales actuales, que han superado la capacidad de los sistemas actuales, requieren un nuevo pensamiento. En mi opinión, hasta que no afrontemos el núcleo del problema, que es el ego de la naturaleza humana, no encontraremos remedio a nuestros males. Tenemos que entender que la humanidad es un superorganismo único en el que cualquier trastorno afecta todo el sistema y todas las soluciones deben ser integrales. En otras palabras, un futuro mejor comienza con un cambio de conciencia sobre lo que hay que arreglar: que somos nosotros mismos.
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