De hecho, más de 80 países expresaron su apoyo a Israel, tras los trágicos acontecimientos del 7 de octubre, pero en cuanto a si ese apoyo nos alienta, tendría que decir lo contrario: nos debilita.
La fuerza y el futuro del pueblo de Israel no dependen de cómo se relacionan los demás con nosotros, sino de cómo nos relacionamos entre nosotros mismos.
No siento ninguna seguridad ante el aumento en el apoyo global a Israel. Nosotros debemos asegurar nuestro futuro, construyendo relaciones de amor, consideración y cercanía mutuos. Desde nuestros inicios, la construcción de relaciones de unidad positiva, fue lo que nos convirtió en nación. Originalmente no fuimos nación, sino un grupo de gente que nos reunimos bajo una idea, la de lograr amar por encima de nuestras diferencias y esa forma de conexión fue lo que nos hizo nación. Si entendemos esta actitud hacia los demás, nadie tendrá quejas contra nosotros.
Además, es incorrecto pensar que el apoyo global a Israel, tras los ataques iniciales de Hamás contra civiles israelíes, ayudará al mundo a comprender y sentir mejor, el lado de Israel en este conflicto. La gente puede sentir empatía cuando puede incorporar sus sentimientos, pero la cualidad que hizo del pueblo de Israel una nación, está más allá de nuestra naturaleza innata y por lo tanto, nadie puede incorporarla. Por eso, tampoco tengo ninguna crítica al mundo por la forma en la que se relaciona con el pueblo de Israel.
Para recibir una respuesta realmente favorable del mundo, está escrito: “Cuando el Señor los libró de Sión, parecía como un sueño. Y se decía entre las naciones: ‘Grandes cosas ha hecho el Señor por ellos’” (Salmo 126:1-2). En otras palabras, nuestra unidad atrae la fuerza especial que viene a protegernos y cuando esta fuerza habita en nuestra conexión, obtenemos respuesta de apoyo del mundo.
Por eso, debemos unirnos de forma que, siempre estemos ahí uno para otro. Esa unidad atraerá una fuerza que nos protegerá y por lo único que debemos preocuparnos es por unirnos y atraer esta fuerza de unidad.
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