«Parece que el régimen sionista olvidó que Irán es más que capaz de atacarlo desde cualquier lugar», el Tehran Times abrió recientemente su artículo de primera plana con un mapa de objetivos contra Israel, que cubre prácticamente todo el territorio del país. El titular, «¡Sólo un movimiento en falso!».
Los funcionarios israelíes cuestionan la precisión de los objetivos, pero nadie cuestiona la clara intención de Irán de acabar con Israel. Por eso, el pueblo israelí debe despertar de su letargo y poner en primer plano la esperanza de que no haya guerra ni contra el régimen de los ayatolás ni contra ningún otro factor hostil. La siguiente guerra podría ser muy difícil e incluso involucrar el uso de armas nucleares.
A pesar de que nos rodea la sensación de que nuestras fuerzas armadas pueden responder rápido a cualquier ataque, venga de donde venga, la situación es alarmante y no debemos quedarnos de brazos cruzados ni un momento. Nadie quiere ver fotografías de casas destruidas, gente asustada o mujeres y niños gritando. Por eso debemos pensar seriamente en prevenir lo que parece una guerra inminente. Debemos estar en guardia y vigilantes.
Nuestra cohesión debería ser de suma importancia. No tenemos un arma más fuerte que el poder de nuestra conexión. No hay fuerza más grande que un vínculo estrecho y cohesionado de gente con espíritu positivo, que fluya como resultado de la garantía mutua. Si podemos vencer a nuestros enemigos internos -la polarización, la división y el egoísmo desenfrenado-, podremos prevenir cualquier amenaza o guerra.
El pueblo de Israel tiene un poder supremo para protegernos, pero sólo funciona si lo despertamos con nuestra conexión sincera. «Cuando hay amor, unidad y amistad entre Israel, ningún desastre puede sobrevenirles», dice el libro Maor VaShemesh (Luz y Sol) y docenas de otras fuentes antiguas, y «Cuando hay conexión entre ellos y no hay separación de corazones, tienen paz y tranquilidad … Y todas las maldiciones y aflicciones son removidas».
Cuando veo la conducta de los funcionarios de gobierno y leo las noticias, no veo que la unidad se considere prioridad para resolver nuestros problemas en el país ni en el extranjero. Ni siquiera aquellos que son conscientes del peligro que acecha a la puerta de nuestra casa, toman la responsabilidad social y doméstica.
Nuestra existencia, social y política, comienza con la pregunta de si podremos levantar la cabeza un poco por encima de nuestra burbuja de disputas. Debemos darnos cuenta de que no tenemos otra forma de salvarnos, sólo comenzar a acercarnos unos a otros, a pesar de nuestro sentido natural de distancia.
Desde arriba se nos dan oportunidades de corrección, de cambiar en nuestra relación, del alejamiento a la cohesión. La amenaza del exterior debería acercarnos en nuestro corazón, pero subestimamos el mensaje de unidad y no estamos preparados para digerirlo o al menos para difundirlo y hacer conciencia en todos, de su importancia.
En tiempos de guerra, estoy seguro de que nos uniremos para salvarnos, seremos hermanos necesitados. Pero será una unidad exterior y temporal, por desesperación, sin verdadero amor en ella. «Los ojos del sabio están en su cabeza» (Eclesiastés 2:14), dijo el rey Salomón. Así que todo comienza con comprender la necesidad de darle la vuelta a cada piedra, hasta alcanzar el noble objetivo de superar nuestras diferencias. Esta es la corrección por la que debemos luchar, para aumentar el valor de nuestra conexión y hacer que suceda. Nosotros, el pueblo judío, tenemos un método ordenado, heredado de la antigüedad, esperando que lo apliquemos para que haya paz y tranquilidad.
Deja una respuesta