Todos queremos tener éxito, lograr cosas. Eso es lo que la sociedad nos inculca desde muy pequeños. Algunos terminan teniendo mucho éxito y otras avanzan arrastrando los pies por la vida. En esta búsqueda sin fin, pocos se detienen a pensar: ¿Qué es realmente el éxito en la vida? Con qué debemos llegar a la meta para que, en los últimos instantes, podamos medir nuestro éxito ante nosotros mismos y decir: “¡Genial! ¡Tuve éxito en la vida!”
Nuestro motor interno es el deseo de sentir placer y disfrutar. Por eso queremos lograrlo todo y cuando lo conseguimos, nos sentimos satisfechos. Tenemos deseos existenciales como; comida, sexo, familia; deseos humanos como; dinero, honor, control y también el deseo de conocimiento y educación.
La mezcla de deseos que tenemos en un momento dado tiene la influencia de nuestras inclinaciones personales y del ambiente que absorbemos. Como resultado, nos fijamos metas. En el camino hacia su conquista, generalmente nos encontramos con competidores e intentamos ganar. Los logros y los éxitos se miden en relación con ellos, por supuesto.
Margaret Thatcher fue hija del dueño de una pequeña tienda de comestibles. A la edad de 24 años, se postuló para un escaño en el parlamento y perdió. Gracias a su adhesión a su meta, finalmente logró alcanzar el puesto de primera ministra británica y se conoció como la «Dama de Hierro». Para muchos, es símbolo de una persona que construyó su éxito desde cero.
Por el contrario, aquellos que nacen con una cuchara de oro en la boca y que alcanzan altos cargos gracias a los arreglos de sus padres, se les trata como menos exitosos en la vida. Es decir: el éxito se mide por el grado de inversión, esfuerzo y logro personal. A medida que avanzamos en la vida, el deseo de triunfar se vuelve cada vez más claro, se agudiza, se orienta y la superación de obstáculos en el camino hacia la meta requiere que pasemos por cambios internos, nos construimos a nosotros mismos.
A lo largo de la historia ha habido individuos con deseos de ser únicos, el deseo de vivir la vida al máximo. Se fijaron el objetivo de explorar el secreto de la vida misma, el secreto del éxito, desde una perspectiva de arriba hacia abajo.
Estos individuos se preguntaron: ¿Nacemos para vivir y morir como las demás criaturas del mundo o hay algo más alto que podamos lograr en nuestra vida en la tierra? ¿hay alguna meta eterna que seguirá en nuestras manos, incluso después de la muerte del cuerpo? Finalmente, la familia, la riqueza, el respeto, el estatus, la experiencia, la educación, ¿podremos llevarlas cuando dejemos este mundo?
Por lo general, la gente no piensa en el éxito a ese nivel, por la sencilla razón de que no hay respuesta aparente a preguntas tan importantes. Y si este es el caso, ¿por qué debería profundizar en esos asuntos? Es mejor fluir con lo que se desarrolla, sin escudriñar demasiado. Sólo establecer metas personales, invertir, lograr, tener éxito en la vida como todo el mundo. Comer, beber, disfrutar como si no hubiera un mañana, porque mañana podemos morir.
Así hemos vivido de generación en generación, pero hoy, ya empezamos a ver cambios. Cada vez hay más gente que se pregunta, ¿de qué sirve el éxito, si se tiene claro de antemano que todos tenemos fecha de caducidad?
Los descubrimientos más avanzados de la ciencia también refuerzan la sensación de que hay algo más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos, más allá de lo que describimos como una realidad sólida. Explican que la imagen que percibimos es totalmente subjetiva, si fuéramos diferentes, probablemente percibiríamos una imagen diferente de la realidad.
El verdadero espacio del éxito está abierto para los que no están de acuerdo en seguir viviendo solo por vivir, para los que aspiran a revelar un panorama más amplio, una realidad superior, más allá de nuestra estrecha vida. Gradualmente, gracias a esta investigación, podemos lograr éxito verdadero: Cuando aprendemos y comprendemos que existe un mecanismo colosal que rodea la vida y nuestro mundo, un gran sistema que opera y nos guía. Esta meta nos prepara en gran profundidad para pasar del nivel animal al nivel humano, para entrar en el amplio mundo de la eternidad y comprender por qué existe.
Muchas gracias por compartir. Y si totalmente de acuerdo que cada día hacemos más personas buscando un sentido a la vida, fuera de lo que podemos poseer, más bien un para qué. Y que ese vacío existencial nos conecte con la humanidad y no instintivamente. Que hasta eso se ha perdido lamentablemente. Dios los bendiga grandemente.