Los fanáticos del fútbol en Israel estuvieron muy cerca de ver a Lionel Messi en persona, dominando el balón en el estadio Teddy, en un partido amistoso de fútbol. Y después llegó la noticia de que el juego se cancelaba.
Sin duda, la delegación argentina tiene razón. No se supone que deba arriesgarse debido a los peligrosos conflictos que pudieran estallar en Jerusalén. Lamentablemente, los políticos de Israel tomaron malas decisiones tratando de politizar este evento y perdieron una oportunidad inmejorable para que aquí en Israel ocurriera un evento amistoso y positivo.
Pudimos haber convertido hostilidad en amistad con facilidad, simplemente permitiendo que el juego fuera en Haifa, una ciudad que simboliza cierto grado de coexistencia entre judíos y árabes. Además, pudimos haber abierto las tribunas por igual para ambos sectores, ganando así el aprecio del mundo.
Pero, ¿por qué no sucedió? Porque desafortunadamente, una vez más, el ego nos cegó. No pudimos ver que el juego en Haifa, ciertamente hubiera tenido un impacto positivo en la imagen de Israel y en la amistad entre las naciones y, al mismo tiempo, hubiera disminuido la hostilidad en toda la región.
En lugar de jugar el juego político por poder y estatus debimos haber superado nuestro ego, actuando con más madurez, haciendo una concesión igual que lo hacemos con nuestros hijos para mantener la paz en la familia.
Específicamente, este es el ejemplo que Israel debe dar al mundo y es justo el mensaje que las naciones del mundo esperan de nosotros. Tenemos que mostrar capacidad para superar el ego que provoca conflicto entre nuestro pueblo y las naciones y, estimular la unidad humana. De hecho, es la misma base que unió al pueblo de Israel desde su inicio.
Si nos enfocamos en aprovechar las oportunidades de convertir la animosidad en mayor unidad, disolveremos las despiadadas campañas de deslegitimación impulsadas por el BDS (boicot contra Israel) y grupos similares, obteniendo así el reconocimiento de la comunidad internacional.
El mundo desea ver un Israel maduro, unido y fraterno. Cuando juguemos así todos ganarán. Mientras tanto, es 1-0 a favor del mundo.