Semanas atrás, el partido laborista israelí aprobó por unanimidad el plan del líder de la oposición, Isaac Hertzog, para separarnos de los palestinos; con el cual se pretende avanzar hacia una solución de dos estados. Al detallar el plan, el señor Hertzog dijo que “la victoria del sionismo será que el mundo reconozca los bloques de asentamientos, y sobre todo Gush Etzion… Aquellos que no desean un acuerdo de paz forzado deben adoptar mi propuesta –una propuesta de separación– (en la que) nosotros estamos aquí, ellos allí, y una línea roja nos separa”.
Todos queremos la paz, pero creo que este no es el camino para llegar a ella. En primer lugar, incluso construyendo un muro entre los dos países, no seremos capaces de sellar la frontera: sencillamente es inviable.
En segundo lugar –y todavía más importante– el terrorismo en nuestros días ocurre no solo con la entrada física de los terroristas, sino además con la entrada de ideas, principalmente a través de internet. El asesino de San Bernardino, que mató a 14 compañeros de trabajo, fue descrito como una persona “normal” antes radicalizarse a través de las redes sociales.
Otro ejemplo es ISIS y cómo recluta a voluntarios de todo el mundo usando Internet para persuadirlos. Desde mediados del 2014 a mediados del 2015 cerca de 30.000 personasentraron en Siria para unirse a ISIS. A todos ellos se les adoctrinó en el Islam radical a través de Internet, ya fuera de manera total o como una primera toma de contacto.
Hoy en día las ideas fluyen, y no podremos impedir que los árabes israelíes sean radicalizados. El ataque terrorista mortal en Tel Aviv perpetrado por el árabe israelí Nashat Milhem, revela que el Islam radical violento ya está arraigado en Israel. Y esto convierte cualquier propuesta de separación entre las dos naciones en algo poco realista cuando no ingenuo.
Si queremos la paz creo que tenemos que adoptar un enfoque completamente distinto al del señor Hertzog. Puede sonar contradictorio, pero en vez de estar constantemente tratando de apaciguar y agradar al mundo, creo que deberíamos centrarnos en la unidad entre nosotros. De hecho, a lo largo de nuestra historia como nación, se nos explicó que cuando hay unidad entre nosotros no solo somos fuertes, sino que además hay paz en el mundo; así que no hay necesidad de luchas. Esta es la fuerza que deberíamos estar buscando: la fuerza de la unidad y el amor a los demás. No lograremos ganar el favor del mundo a menos que aprendamos a unirnos y extendamos esa unidad al resto de naciones. Y puesto que el mundo no será capaz de imponer la paz en nuestro pueblo, nos culpará de todas las guerras que se produzcan a partir de ahora.
Seguimos pensando que el mundo debe agradecernos nuestras contribuciones a la ciencia y la cultura. Pero el mundo no piensa lo mismo. De hecho, una gran parte de la humanidad nos considera el peor castigo en el mundo: más siniestros que cualquier tirano, más destructivos que cualquier terremoto. Salvo unas cuantas excepciones, las únicas personas tienen en cuenta nuestros méritos somos nosotros mismos; el resto del mundo lleva el recuento de nuestros errores.
Pero si hay una cosa que el mundo nos agradecería es la unidad, siempre y cuando exista unidad que podamos ofrecer. Acuñamos la máxima de “ama a tu prójimo como a ti mismo” y se convirtió en la piedra angular para la construcción del Cristianismo y el Islam. De hecho, esaregla de oro (una versión más atenuada de “ama a tu prójimo como a ti mismo”) aparece en casi todas las religiones, sistemas de creencias y tradiciones éticas.
Pero está claro que no tenemos ni idea de cómo implementar esta máxima, y menos aún su versión más “intensa” –“ama a tu prójimo como a ti mismo”. Los antiguos hebreos la conocían, pero ellos ya no están. Lo que queda de ellos somos nosotros, y el resto del mundo, que se hunde en la infamia y nos culpa a nosotros.
Por lo tanto, la solución que veo a nuestros problemas es aprender a unirnos y expandir esa unión hacia el resto del mundo. En vista de que las soluciones por la vía militar son imposibles y que los esfuerzos diplomáticos están fallando, o bien nos separamos de los palestinos o bien aprendemos a vivir con ellos. Como acabo de exponer, lo cierto es que no podemos separarnos de ellos, así que nuestra única opción es aprender a vivir juntos. Pero para ello, primero debemos aprender a vivir entre nosotros mismos, y a continuación compartir esa experiencia con nuestros vecinos.
Debemos cambiar nuestra actitud hacia los palestinos: ellos serán nuestros enemigos mientras nosotros sigamos siendo nuestros propios enemigos. Exceptuando las medidas preventivas que sean necesarias para salvar vidas, deberíamos dejarlos en paz y centrarnos en la unidad interna. Cuando la alcancemos, vamos a conseguir aplacar todas las bombas sin poner en riesgo más vidas humanas a ambos lados de la frontera.
Escribo esto tras celebrarse nuestra convención anual, aquí en Tel Aviv, donde 6.000 personas de 64 países se congregaron para experimentar esta unidad en persona, llevando este ejemplo de vuelta a sus respectivos países, contribuyendo a la construcción de un futuro mejor. Sin embargo, Israel debe hacerlo primero y brindar el ejemplo correcto a toda la humanidad.