China a menudo se comporta como un leopardo en el árbol, espera el momento adecuado para saltar sobre su presa. En el tira y afloja entre Rusia y EUA, por la invasión rusa a Ucrania, China no tomó partido. Hasta hace poco, cuando anunció que no se sumará a las sanciones contra Rusia e impulsó “el mayor acuerdo de suministro de gas natural de la historia” con la exportadora de gas rusa Gazprom.
Al mismo tiempo, China amenazó directamente a EUA con respecto sus intentos de animar a Taiwán. En dos ocasiones, China envió advertencias ofensivas, casi vulgares, a EUA. En la primera le dijo: “Debemos advertir con severidad a Estados Unidos que quien juegue con fuego se quema. Si juega con la táctica de ‘divide y vencerás’ en la cuestión de Taiwán, serán sus dedos [sic] los que se corten”. En la segunda ocasión, un funcionario chino declaró: “Si Estados Unidos quiere animar la ‘independencia de Taiwán’… pagará un alto precio por su acto aventurero. Si trata de intimidar y presionar a China… la llamada disuasión militar [el ejército estadounidense] se reducirá a chatarra”.
A primera vista, China parece haber elegido. Pero no sacaría conclusiones prematuras. Igual que los leopardos, es muy inteligente. En mi opinión, se sumó al bando que realmente quiere debilitar.
A pesar de sus audaces proclamas, el gobierno chino no tiene interés en luchar contra EUA. China depende demasiado del poder adquisitivo estadounidense como para arriesgarse a declararle guerra. Haría todo lo posible para evitar un conflicto militar.
Con Rusia, la situación es diferente. China tiene los ojos puestos en las vastas tierras casi vacías, ricas en minerales y petróleo, que se extienden desde Siberia hasta los Montes Urales, un área varias veces más grande que la propia China. Con la fuerza actual de Rusia, China no puede conquistarla, pero si Rusia se debilita y se agota, sería mucho más fácil apoderarse de esa tierra sin mucha resistencia. Mientras más luche Rusia, más débil se volverá y más fácil será para China morder pedazos de Siberia.
Las guerras provocan cambios. Las grandes guerras provocan grandes cambios. La Primera Guerra Mundial condujo a la creación de las Naciones Unidas y del Tratado de Versalles, que ayudó a poner a Hitler al frente de Alemania. La Segunda Guerra Mundial creó el bloque comunista bajo el Pacto de Varsovia y el bloque occidental bajo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que desencadenó la Guerra Fría.
El conflicto actual no es una guerra mundial, al menos no todavía, pero su impacto es profundo. La guerra en Ucrania expone la inutilidad de las guerras del ego, al final, cada guerra, es guerra del ego. La crisis en Ucrania demuestra que, si queremos coexistir pacíficamente, debemos aprender a superar el ego a nivel personal, social, político e internacional.
Ahora, después de milenios de servir al ego, estamos a punto de entender que lo único malo en nuestro mundo, es nuestro propio ego. El ego nos prometió el mundo, pero también lo destruyó. Debemos contrarrestarlo con una fuerza positiva e igual o, acabará con todos.
Entenderlo tendrá un impacto profundo en la sociedad. Hasta ahora, todas las instituciones atendieron al ego. Intentaron moderar y racionalizar los intereses de los países para permitirles coexistir. Ahora que el ego llegó a niveles en los que no puede aceptar la existencia ni la independencia de los demás, no tenemos más remedio que agregar otra fuerza: una fuerza positiva para contrarrestar su poder e intensidad.
En los próximos años, seremos testigos del establecimiento de nuevas instituciones de nueva naturaleza. Su enfoque no estará en satisfacer el ego ni siquiera en asegurar el suministro de alimentos y agua. Más bien, se centrarán en crear cohesión social y solidaridad. Trabajará en el entendimiento de que la gente esté unida, que se cuide y se ocupe de las necesidades de todos.
En lugar de tratar los síntomas de alienación, estas nuevas organizaciones trabajarán para eliminarla y crear conexión, vínculo y sentido de responsabilidad mutua. Apenas estamos comenzando la transición, pero que el viejo mundo se esté desmoronando e indica que debemos darnos prisa, para que el nuevo orden no nazca con más dolor del necesario. Mientras más pronto nos demos cuenta de que, en la realidad actual, no podemos dejar que el ego marque la pauta y de que debemos equilibrarlo con cariño, más fácil y tranquila será la transición.
Deja una respuesta