Jánuca es la fiesta de la luz. Es el momento ideal para hablar de milagros, para pensar cómo podemos cumplir con nuestra misión de unirnos en estos tiempos revueltos y llegar a ser una auténtica “luz para las naciones”.
¿Qué es un milagro?
Por definición, un milagro es algo que, siguiendo las leyes de la naturaleza tal como las conocemos, se supone que no sucederá. Es decir, si descubrimos nuevas leyes, tal vez lo que hoy nos parece un milagro mañana lo veremos como algo natural.
El mundo que conocemos funciona de acuerdo a una ley muy simple: el más fuerte gana, el más débil pierde. La naturaleza, en todos sus niveles, mantiene el equilibrio gracias a que los más fuertes únicamente toman lo que necesitan para su sustento. Pero en el plano humano, las personas toman todo lo que quieren, y así pueden satisfacer su necesidad de superioridad. El resultado son las guerras, el miedo, el aislamiento y la explotación de los seres humanos y del medio ambiente. Y si no lo detenemos, la sociedad humana y todo el ecosistema que la sustenta acabarán colapsando.
Nuestra existencia es un milagro
Sabemos que la vida en la Tierra pudo evolucionar porque hubo equilibrio y armonía entre los elementos que componen sus ecosistemas. Aunque tenemos conocimiento de este hecho, parece que no logramos implementar este equilibrio en nosotros mismos. Y actuamos como si no estuviéramos sujetos a las leyes de la naturaleza, como si pudiéramos tomar todo lo que queremos simplemente porque podemos hacerlo. Y la naturaleza no es lo único que tratamos de ese modo: así es como nos tratamos unos a otros también.
Por eso, hoy el milagro sería que pudiéramos trabajar no solo para nuestro beneficio personal, sino para beneficiar a la sociedad donde vivimos. O al menos intentar estar en equilibrio con ella.
La unidad es la prueba
Y aquí es donde nosotros, los judíos, entramos en escena. Me gustaría ofrecer un punto de vista diferente acerca de la guerra entre macabeos y griegos. El verdadero milagro de los macabeos no fue que inexplicablemente una pequeña lata tuviera suficiente aceite para que la Menorá alumbrara durante ocho días, sino que los macabeos lograran reunir la fuerza para unirse y luchar contra la cultura helenística de la autocomplacencia.
Debemos recordarlo cada año
Hoy en día, es como si los griegos hubieran ganado: todos somos hedonistas hasta la médula. Pero ¿somos felices? Parece que la unidad y la cohesión social es el ingrediente que nos falta para poder iluminar nuestras vidas. Es decir, tenemos suficiente para vivir, pero no por lo que vivir. Porque si vivimos solamente para nosotros mismos, ¿con quién podemos compartirlo? Y entonces, nuestra victoria hedonista, se asemeja más a una victoria pírrica.
Unidad: la clave para nuestra supervivencia
Antes de la destrucción del Templo, los judíos teníamos el don de la solidaridad mutua y la unidad. Esa unidad nos protegió y nos permitió hacernos fuertes. Cuando la perdimos, también perdimos la tierra de Israel. Hoy necesitamos unidad, pero no como un medio para volver a ser soberanos sobre un pedazo de tierra: ¡la necesitamos para sobrevivir! De hecho, el mundo entero la necesita para sobrevivir. Si mantenemos nuestra actitud hedonista en la vida, estamos condenándonos a vivir un infierno en esta Tierra. Pero si en vez de eso, adoptamos la unidad, podremos hacer de nuestras vidas un paraíso en la Tierra.
El mundo nos está esperando
Solo nosotros, los judíos, tenemos la clave para este tipo de unidad, porque solo nosotros la hemos llegado a experimentar. En la época de los macabeos, éramos una sociedad basada en la solidaridad mutua que forjamos a los pies del Monte Sinaí. Y esa solidaridad mutua se reforzaba tras cada contienda. Ahora debemos reavivarla y compartirla con la humanidad. El mundo no la hallará en ningún otro lugar: solamente la encontrará cuando nosotros la hagamos resurgir para que llegue a todos. Esto es lo que significa ser “una luz para las naciones”, y no hay mejor momento que la fiesta de las luces, Jánuca, para empezar a irradiar la luz de la unidad.
Asumamos el reto
Este año –ahora que el mundo necesita urgentemente paz y armonía– ojalá nos unamos todos y compartamos nuestra unidad con el mundo entero.¡Feliz Jánuca!