La civilización a la que debemos aspirar es una que pueda evitar el colapso previsto y que se base en amor, interconexión y asistencia mutua universales. Pero, para lograr ese estado en la sociedad humana, debemos reconocer los defectos de nuestra civilización actual, reconocer que nos relacionamos con mentalidad egoísta y divisiva y que debemos mejorar nuestras relaciones, para conectarnos positivamente por encima del ego. El desafío es exponer estos defectos de nuestra forma de vida actual.
Debemos reconocer los defectos de nuestra actitud egoísta, en un mundo cada vez más interdependiente. Lo podemos lograr de manera positiva o negativa, es decir, a través de golpes y sufrimiento que eventualmente nos lleven al estado positivo o revelando el camino que nos permita progresar hacia un estado mejor, sin tener que sufrir golpes.
Dado el estado actual de la humanidad: competitivo, materialista e individualista, parece que tendremos que desarrollarnos con sufrimiento. Parece poco probable que la humanidad lo reconozca o lo comprenda. Primero, debemos reconocer los defectos de nuestra naturaleza egoísta inherente, así podremos comenzar un proceso de corrección en el que cada uno se centre en su transformación, en lugar de intentar corregir a los demás.
Idealmente, tratamos de evitar golpes importantes, pero la tendencia general sugiere lo contrario. El camino actual da prioridad al éxito individual a expensas de los demás, eso nos lleva a explotar, manipular y abusar de todo. Esta trayectoria debería hacernos entender que somos enemigos unos de otros, pero también somos enemigos de nosotros mismos. El enemigo real no es externo sino interno. Es crucial que la humanidad lo entienda lo antes posible.
La autotransformación y la autocorrección son necesarias para un futuro donde el amor y el bien triunfen sobre el mal. En un mundo con relaciones de amor y cuidado mutuo, la gente abandonará el trabajo innecesario, disfrutará de actividades de ocio y cuidará de su familia.
Encontrará alegría en placeres simples como caminar por el parque, escuchar el canto de los pájaros, relacionarse positivamente, poder detenerse, saludar y hablar larga y agradablemente con cualquier persona. Esta visión, si bien algunos pueden encontrarla ideal, también puede considerarse ingenua. En realidad, entendemos que la vida implica luchas por recursos, territorio y cosas por el estilo. Pero si aceptamos la dirección hacia una civilización guiada por principios de amor y consideración mutua, nuestra lucha será crear y lograr juntos un resultado de armonía.
En una civilización con amor y conexión positiva, como principios rectores, la lucha nos llevará a demostrar más amor a los demás. De hecho, será el desafío. Podemos esperar innumerables dramas junto con alegría y amor. Los dramas son parte integral de la vida, pero en última instancia, nos esforzaremos porque el amor mutuo y la conexión positiva sean nuestro objetivo principal. Así sentiremos que mientras más valoremos a los demás como a nosotros mismos, más nos acercamos a la meta y a pesar de los desafíos, tendremos una vida de armonía, paz y felicidad.
¿Cómo podemos prevenir guerras futuras?
El sufrimiento y la tristeza de la guerra actual, debería hacernos sentir que nos falta conexión humana positiva. Si queremos prevenir guerras futuras, debemos conectarnos con armonía y sentir que esa conexión es de suma importancia.
Además, en nuestra cercanía debemos descubrir el estado de responsabilidad mutua. Es decir, si alguien hace algo perjudicial para los demás, todos tendremos responsabilidad de ese acto; debemos crear el espíritu de unidad necesario en la sociedad, que haga que todos se eleven voluntariamente por encima de sus impulsos divisivos y negativos.
Por eso, debemos orar con toda nuestra fuerza, para que los corazones se ablanden y comprendan que sólo la conexión de corazón a corazón, puede salvar a la humanidad. Y podremos avanzar hacia un estado de paz mundial.
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