El gobierno francés, en un intento por contrarrestar el antisemitismo en rápido crecimiento en el país, actualizó su plan para combatirlo, en él incluye capacitación de maestros y exigir a los estudiantes que visiten los sitios de incidentes antisemitas o racistas.
El problema del aumento del antisemitismo no es exclusivo de Francia. Vemos que este odio dirigido aumenta dramáticamente en muchas partes. Cabe preguntarse por qué este odio milenario no desaparece, a pesar de iniciativas como las de la Delegación Interministerial para la Lucha contra el Racismo y el Antisemitismo (DILCRAH) de Francia, adoptada en 2015 y actualizada cada tres años y los múltiples esfuerzos en otros lugares del mundo donde los judíos son perseguidos.
El odio hacia el pueblo judío ha sido un fenómeno recurrente en el curso de la historia que comenzó en la antigua Babilonia y hasta hoy, ha tomado muchas formas. Cuando vemos que lo que llamamos «nuevo antisemitismo» es el mismo viejo odio revestido de nueva vestidura.
La antigua Babilonia fue una época de gran agitación social, marcada por la destrucción de la torre de Babel, cuando los babilonios sintieron el estallido del ego humano y perdieron la capacidad de entenderse entre ellos.
En respuesta a las demandas de la época, hace unos 4,000 años, un sacerdote babilónico llamado Abraham descubrió un método para superar la inclinación divisiva de la humanidad y reveló la fuerza única y de unidad de la naturaleza.
Esencialmente, Abraham llevó a sus seguidores por el camino del descubrimiento de esta fuerza de unidad de la naturaleza, trabajaron en mejorar la práctica dentro de las relaciones interpersonales y aplicaron el principio, “ama a tu prójimo como a ti mismo”.
La singularidad de los seguidores de Abraham fue que no compartían raíces biológicas. Procedían de todos los pueblos, clanes y tribus de la región. Se unieron como un grupo formado por gente de diferentes naciones del área, que se juntó con base en la ideología de unidad y con el compromiso de trabajar en sí mismos para alcanzar la cualidad de amar a los demás por encima de la presión hacia la división social que existía en ese momento.
El pueblo judío se convirtió en nación cuando prometió ser “como un hombre con un corazón”. Esta conexión ideológica entre el pueblo de Abraham, se formalizó en un pacto de vínculo, en el momento de la recepción de la Torá al pie del monte Sinaí.
Desde entonces, ha sido nuestro deber mantener esta conexión mutua y transmitirla a los demás pueblos, una misión que no implica derecho, sino servicio. Por eso, es deber del pueblo judío cumplir la ley del amor mutuo y dar ejemplo de amor fraterno a los demás.
Lamentablemente, desde que se hizo este pacto, hemos perdido totalmente la conciencia de nuestra unidad judía y en su lugar, prevalecen fricciones y separación. Sin embargo, la experiencia compartida de logro, dejó una impresión indeleble en el alma judía y es tan profunda, que nunca podrá borrarse.
Por eso, no debemos desperdiciar energía pensando en hacer pequeños arreglos aquí y allá. Debemos poner todo nuestro esfuerzo en lograr la unidad. Estoy seguro de que si los pocos millones de judíos que hay hoy en el planeta, pensaran en unirse para hacer el bien a la humanidad, esa tendencia de unidad se extendería por todo el mundo y todos se unirían.
En resumen, la humanidad podrá conectarse, a condición de que el pueblo de Israel se una. Hoy, sin embargo, los judíos están más divididos que cualquier otro pueblo. Por eso, gradualmente, el antisemitismo irá ganando fuerza y adquirirá formas que, de modo desagradable, nos obligarán a unirnos.
Eventualmente, se formará la percepción interna en los judíos, de que debemos estar más cerca unos de otros. Y al hacerlo, finalmente nos salvaremos del odio, la división y la crisis, a nosotros mismos y a la humanidad.
Más sobre el tema en mi libro Nuevo antisemitismo: mutación de un odio antiguo
Realmente, Rav, entiendo un par de cosas del antisemitismo en relación a los judíos mismos: primero, la desunión de los judíos y segundo, dicha desunión permite ese antisemitismo por no cumplir con el pacto, no nos hemos esforzado para ser luz para las naciones, y las naciones, sin importar razones puntuales que algunos buscan para odiarnos, seguirán cobrándonos con odio esa desunión. Ahora mismo, el conflicto palestino-israelí les da un motivo muy «razonable» para el antisemitismo, pero solo es un pretexto más.. Es urgente nuestro deseo de unidad y la unidad misma. Saludos, Rav.