Stephanie Zacharek, crítica de cine de la revista Time, escribió en su artículo de fondo un resumen del 2020, lo tituló «El peor año de la historia»: «Si el 2020 fuera una película distópica, probablemente dejaría de verla después de 20 minutos. Este año no fue terriblemente emocionante, como un apocalipsis ficticio. A más de de estar lleno de un dolor muy mundano, la rutina de lo cotidiano se volvió contra nosotros”. Además dice, «Nuestra amenaza más pesada este año fue la sensación de impotencia. Desde la propagación del fascismo en los años 30… no nos hemos enfrentado a tantos acontecimientos anormales».
Con el debido respeto a la distinguida crítica de cine, estoy totalmente en desacuerdo. No ha habido nada anormal en este año, pues no hay nada anormal en esta pandemia. Por el contrario, hasta este año, habíamos vivido una vida enloquecida y anormal y la «orden de restricción» que nos trajo el virus, restableció la normalidad en la Tierra. Por primera vez en más de un siglo, la vida funcionó con normalidad.
Llevamos el límite de la naturaleza hasta el borde de la ruptura, el virus es sólo la forma más suave que podría conjurar para obligarnos a detenernos, antes de que estallemos nosotros mismos, junto con el resto del planeta. La naturaleza no podría haber sido más amable con nosotros, por eso nos mandó la Covid-19.
Además, ¿Cómo puede una persona sensata decir que los incendios forestales, huracanes, pandemia y terremotos son anormales? ¿Cómo pueden los fenómenos naturales ser anormales? Sólo una perspectiva distorsionada puede ver que estos fenómenos son extraños y los artificiales, son normales. No sólo eso, el que una revista distinguida como Time declare en su artículo de fondo para 2020 que la naturaleza es, bueno, antinatural, es un testimonio de nuestra mala comprensión del mundo en que vivimos. Si hay algo que lamentar de este año, es nuestra locura.
Está claro que la revista Time no tiene ni idea de su papel como medio de comunicación ni del papel de los medios. En lugar de usar su revista con fines educativos, para enseñar a la gente dónde estamos y a dónde vamos, la usan para hacer circular una futilidad elocuente.
¡El 2020 es el mejor año de la historia! Es la primera vez que la naturaleza nos muestra y podemos verlo, que responde a las distorsiones que instalamos en su sistema. Nos dice que cruzamos la línea y que si seguimos en este camino, nos extinguiremos. La Madre Naturaleza está haciendo todo lo que puede para salvar a sus hijos ingratos y nosotros lloriqueamos como mocosos malcriados, porque no nos da los dulces que queremos.
Cuando no sepas qué hacer, mete las manos en los bolsillos y mantenlas ahí, hasta que seas más maduro. Hemos hecho exactamente lo contrario: mover cada perilla y presionar cada botón que encontramos para, de alguna manera, exprimir más diversión de la naturaleza. Es un milagro que hayamos sobrevivido hasta ahora. El coronavirus nos salvó la vida al obligarnos a quedarnos en casa y evitar que abusemos de nuestro único hogar. Está claro que es una bendición y es una tontería que la maldigamos en la portada de una de nuestras publicaciones más aclamadas.
Los medios de comunicación son nuestra herramienta educativa número uno. Deberíamos usarlos para aprender sobre nosotros mismos y sobre nuestro entorno, no para quejarnos de la enseñanza de la naturaleza, sino para explicar cómo debemos trabajar dentro del ecosistema que es nuestro universo. Es un sistema cerrado, cualquier mala acción tiene consecuencias. Puede que no lo sintamos de inmediato, pero es sólo porque somos insensibles a nuestro entorno y ajenos a nuestras interconexiones. Si fuéramos un poco más conscientes de nuestra interdependencia, veríamos de inmediato, el impacto negativo de nuestras fechorías y no pensaríamos que cuando esas fechorías nos pasan factura, no es culpa nuestra. Porque no solo es culpa nuestra que hayamos tenido un año tan «accidentado», sino que, no es culpa de nadie más.
Si no aprendemos la lección que en 2020 nos enseñó la Covid-19, el 2021 nos enseñará la misma lección, pero aún más dolorosamente. No es mezquindad de la naturaleza, sino nuestra terquedad. Me da pena de la Madre Naturaleza; no es fácil criar a niños tan obstinados. Al mismo tiempo, estoy agradecido de que siempre elija los medios menos dolorosos para enseñarnos lo que debemos aprender y que finalmente haya elegido revelarnos sus maneras, para que podamos estudiarlas y convertirnos en adultos en nuestro propio mundo.
2020 fue un año de curso intensivo, doctor Laitman
Gran aportación doctor Laitman, le copio algunos párrafos para mi próximo libro «A un Paso de la Estupidez». La Inteligencia Artificial.