La gente de hoy parece no preocuparse por casi nada. Somos indiferentes a sectores enteros de la sociedad que sufren, a menos que algo nos golpeé directamente a nivel personal. Vemos las noticias, nos enojamos y nos quejamos y ese es el alcance de nuestra participación comunitaria. ¿Por qué la apatía aumenta constantemente? Somos indiferentes porque cada vez nos distanciamos más de nuestro entorno. Carecemos de sentido de pertenencia, a pesar de que ese sentimiento es tan importante como el oxígeno que respiramos. Todos deben entender que nuestro futuro está indisolublemente ligado al de los demás.
La estructura básica del hombre se puede definir como el deseo de placer, de disfrutar, deseo de satisfacción. En cada etapa de desarrollo, disfrutamos de cosas diferentes, esto es cierto ni a lo largo de nuestra vida individual ni como de la especie humana en general. Nuestra etapa de desarrollo afecta nuestro nivel de participación o indiferencia social. Por ejemplo, antes los niños tenían la tendencia natural a la vida social; hoy están bloqueados dentro de sus pantallas.
Además, en el pasado la gente estaba orgullosa de su afiliación grupal, a gremios profesionales y sindicatos; encontraban satisfacción, confianza y poder en ellos. Hoy, nadie tiene paciencia para escuchar nada sobre tales cosas y ciertamente, ningún deseo de pertenecer a esas asociaciones. En el lugar de trabajo, la permanencia, la seguridad laboral y la estabilidad son cosas del pasado. Ya es un lugar común que la gente no tengan idea de si tendrá trabajo dentro de un año.
Como resultado de estos y otros cambios en la relación entre el individuo y la sociedad, el hombre contemporáneo no siente que pertenece a nada. Si en la antigüedad la gente necesitaba conexiones sociales para su supervivencia física, hoy valoramos nuestra independencia y tratamos de evitar demandas y compromisos sociales. Pagamos los impuestos que debemos y ese es el final de la historia. A medida que la naturaleza humana sigue su desarrollo interior, el hombre se identifica menos con su país o lugar y se volvió mucho más egoísta. Como resultado, ahora la sociedad se compone de una colección de elementos desconectados, cada vez más indiferentes entre sí.
El único lugar donde quizás uno pueda ver altos niveles de participación social son las plataformas sociales en línea. En la web, la gente es realmente muy activa. Sin embargo, a pesar de hermosas iniciativas sociales aquí y allá, lo que principalmente llena el espacio virtual es cinismo, intolerancia, riñas, acoso y abuso.
¿Hacia dónde nos lleva esta tendencia? ¿Qué nos espera en los próximos años? El deseo de disfrutar seguirá desarrollándose en cada uno, al mismo tiempo, la gente ya no encontrará nada que le satisfaga. La pérdida de una buena conexión con la sociedad, gradualmente, dejará a la gente sintiendo que se asfixia dentro de su caparazón privado. La indiferencia de hoy conducirá a la desesperación de mañana. La gente empezará a sentir que no hay nada por que vivir. En el fondo del corazón crecerá la sensación de que no hay nada que nos dé satisfacción ni pasión ni desafío ni esperanza. Sólo sequedad, como la muerte.
Al final, habrá un giro sorpresa, esta desesperación existencial conducirá a un avance hacia el siguiente nivel en la evolución de las relaciones individuales y sociales. En realidad, el mundo virtual en línea, servirá como trampolín hacia una nueva realidad. En el momento en que entendamos que causamos daño por la forma en que usamos la alta tecnología, comenzaremos a usarla de manera inteligente. Usaremos las redes sociales como herramienta para moldear a la sociedad, de acuerdo con una cosmovisión integral basada en impulsar la reciprocidad y la complementación. En lugar de usarlas para aumentar la compulsión actual de adquirir más y más cosas y para impulsar el desarrollo material, la humanidad buscará formas de usarlas para ayudar a forjar conexiones reales entre nuestros corazones.
El software inteligente promoverá el principio, «ama a tu prójimo como a ti mismo», como la única fórmula de vida que se adapta al mundo conectado del siglo XXI. Juntos definiremos el siguiente paso en el desarrollo de nuestras relaciones y trabajaremos en ejercitar nuestro músculo de otorgamiento y apoyo.
A medida que nuestras buenas conexiones se fortalezcan y profundicen, sentiremos un poder especial que fluye a través de nuestra red de comunicaciones, una fuerza que nos anima, nos engrandece y nos da comprensión, sentimientos, pensamientos y deseo a un nivel sin precedentes. Nuestra integración mutua nos hará sentir una nueva realidad, más allá de las limitaciones de nuestra percepción individual actual. En un mundo así, la sociedad indiferente ya no existirá, porque cada individuo sentirá que recibe mucho más en su asociación con los demás: mayor realización, satisfacción y significado, hasta el punto de alcanzar una alegría ilimitada.
Gran verdad tanto en la indiferencia como se usa la tecnología. Muchas gracias 🌹 bendiciones infinitas 🙏
La clave está en el Amor.