¿Por qué el tiempo no avanza cuando estás en el tráfico, vas con retraso a una cita, y sientes que el semáforo demora una eternidad en cambiar a luz verde? ¿Cómo puede ser que el joven conductor del automóvil adelante, que se distrae mientras espera la luz verde, de repente es sorprendido cuando haces sonar la bocina del auto de manera impaciente, tan pronto aparece la luz verde? Ha pasado apenas un minuto, pero cada quien lo siente diferente, de acuerdo a la perspectiva y circunstancia personal de cada uno.
Esto ilustra cuán subjetivo es el tiempo. ¿Si nuestra experiencia del tiempo es subjetiva, podría haber forma de volverse maestros del tiempo, en lugar de sentir que el tiempo controla nuestra existencia? ¿Cómo podemos relacionarnos de forma distinta con nuestro pasado, presente y futuro y tomar control del tiempo?
La ciencia de la percepción del tiempo
Los científicos han descubierto que la percepción del tiempo implica procesos ligados a la atención, la memoria y estados emocionales. El tiempo vuela cuando estamos ocupados o haciendo algo que consideramos emocionante. En contraste, el tiempo es eterno cuando estamos aburridos y sin interés.
Nuestra experiencia del tiempo depende de la cantidad de placer que recibimos. Los cambios en nuestro deseo de gratificación crean una sensación de que el tiempo pasa. Así es como se capta y mide cada momento de nuestras vidas. Cada sensación se divide en tres estados: lo que hicimos, lo que hacemos y lo que esperamos hacer en el futuro. La forma en que nos relacionamos con estas partes influye en toda nuestra vida. Determina la manera en que pensamos, nuestra capacidad de sentir nuestro presente y el marco en que nos desarrollamos ante las tareas diarias y la estrategia para eventos futuros.
“No existe un tiempo único y uniforme, sino más bien múltiples momentos que experimentamos. Nuestras distorsiones temporales son una traducción directa de la forma en que nuestro cerebro y nuestro cuerpo se adaptan a estos momentos múltiples, los momentos de vida”, concluyó la científica francesa Sylvie Droit-Volet, después de múltiples estudios sobre la materia.
Los seres humanos constantemente viven en el pasado, pensando que si hubieran podido hacer las cosas de forma distinta, el resultado podría haber sido mejor. ¿Con qué frecuencia arrastramos estos escrutinios al presente, a expensas de vivir la vida al máximo? ¿No sería mejor aprender a aprovechar el momento, vivir aquí y ahora, disfrutar de la vida como si no hubiera mañana? Además, ¿qué hay sobre ese desconocido territorio llamado “el futuro”? ¿Es mejor tomar cada día como viene, o preocuparse sobre lo que pasará mañana o al siguiente momento?
¿Qué debemos examinar exactamente de nuestro pasado?
Cuando miras al pasado, no debes recriminar o tener remordimientos. La naturaleza te creó tal como eres, con un deseo de disfrutar que te controla a cada momento. Si por ejemplo, dañaste a alguien en el pasado fue porque no sabías que perjudicando a otros te dañarías a ti mismo, ya que no te sentías como una sola unidad con ellos.
Sin embargo, el mundo es un todo completo. Toda la naturaleza es interdependiente y está conectada. Por lo tanto, si lastimamos a alguien para nuestro propio deleite, eso tendrá un efecto bumerán sobre nosotros. En cambio, si creamos conexiones de amistad y amor mutuo con los demás, aseguramos una buena vida para nosotros, desde hoy hasta el fin de nuestros días.
Es así que cuando evaluamos el pasado, nuestro único propósito es reconocer el mal en nosotros, pero no carcomernos. Luego, debemos mirar hacia el futuro y establecer la intención de corregir nuestra actitud a partir de ese momento, y de ahora en adelante, sólo hacer el bien a los demás, así como lo haríamos a nosotros mismos.
Nuestra existencia por encima del tiempo
Podemos vivir por encima de los cálculos del tiempo, ya que en realidad no hay tiempo. La sabiduría de la Cabalá establece que el tiempo no existe. El tiempo es sólo una serie de acciones que tienen lugar en nuestro deseo de disfrutar, los cambios internos que pasamos durante el día y a través de la vida. Esos estados diversos nos dan la sensación del tiempo y los medimos de acuerdo a nuestra existencia corporal.
Tenemos la sensación de que el tiempo pasa rápidamente o muy lentamente cuando analizamos las cosas que nos suceden y reflexionamos sobre las consecuencias y las emociones. Sin embargo, el tiempo no se experimenta de acuerdo al número de segundos que han transcurrido, sino conforme a los cambios entre un estado previo y el siguiente. Por lo tanto, una unidad de tiempo puede durar un minuto, una hora o un año, pero la unidad sigue siendo la misma: el cambio de un descenso al ascenso o viceversa. El cálculo real es sobre una sensación de mayor o menor satisfacción de nuestro deseo. Resulta que todo depende de nosotros, de nuestra percepción subjetiva.
Hasta hace poco, la gente pensaba que era imposible que el tiempo fuera relativo a la percepción subjetiva. Luego, el avance científico de Einstein en su Teoría de la Relatividad, respaldó esta noción. Nuestra sensación del tiempo depende únicamente de que obtengamos más o menos placer. Los cambios en nuestro deseo de satisfacción crean nuestra sensación de que el tiempo pasa. Sin estos estados cambiantes podríamos perder no sólo la sensación del tiempo, sino la sensación de vida en general.
Por ejemplo, si sintiéramos “sólo este momento” sería el equivalente a morir. ¿Por qué? Porque los muertos están libres de la percepción del movimiento del tiempo y no sienten sus cambios. Sin embargo, ésta no es la clase de libertad que busca una persona, ya que no llena el propósito de nuestras vidas.
Mirando al futuro
Si estar por encima de la sensación del tiempo no es nuestra meta, entonces ¿cuál es? ¿Cuál debería ser el propósito de nuestras vidas? Necesitamos descubrir el desarrollo de nuestro marco temporal individual de crecimiento y cómo controlar todo el espectro de nuestras vidas. Esto significa que necesitamos entender y aprender cómo manejar y controlar el pasado, presente y futuro a través de lo que nos influye desde una fuente externa.
¿Cuál es esta “fuente externa”? Es la fuente que controla toda la creación, la fuerza de la naturaleza, que es una fuerza de amor y otorgamiento. Si aprendemos sobre sus atributos fundamentales -amor y otorgamiento-, y nos igualamos a ellos cambiando nuestras conexiones, de egoístas a altruistas, podemos entonces crear un entorno positivo, similar al de la fuerza primaria de la naturaleza, aquella que es buena y eterna, verdaderamente por encima del tiempo.
Resulta que todo lo que debemos hacer es cambiar nuestros sentidos, nuestras herramientas de percepción. Necesitamos reemplazar nuestro programa egoísta, nuestro sistema operativo actual que siente los cambios del tiempo y empezar a funcionar de forma diferente, ejecutar un programa altruista actualizado. Si nos sobreponemos a nuestra necesidad de satisfacer nuestro deseo de placer y vivimos en el deseo de satisfacer a los demás, nos volvemos maestros del tiempo, maestros de nuestras vidas.
Para hacer este cambio debemos conocer todo el marco cronológico del desarrollo de nuestro deseo: cómo fue creado, cómo cambia y en qué forma requiere transformarse. Podemos descubrir todo esto si nos sobreponemos a nuestro deseo egoísta, dejando de depender de él, liberándonos de él. Cuando lo hagamos, dejaremos de sentir el pasado, el presente y el futuro como una vida corporal limitada.
Cada objeto en el mundo tiene su pasado, presente y futuro; es decir, su causa y efecto. Necesitamos aprender cómo referirnos siempre a la causa o raíz para poder investigar fácilmente y ver todas las consecuencias. Si reconocemos la causa, entonces ya sabremos lo que enseguida sucederá, aunque todavía no veamos el resultado. Las formas futuras de todos los resultados están ya latentes en su causa. Como lo explicó mi maestro, el cabalista Baruj Ashlag (Rabash), en su artículo “El propósito del grupo”: “Y a pesar de que aún no hemos alcanzado esta meta, tenemos el deseo de alcanzarla. Y esto, también, debe ser apreciado por nosotros, ya que aunque estamos en el principio del camino, esperamos alcanzar la meta exaltada”.
De esta forma, si investigamos las preguntas más importantes sobre nuestra existencia: “¿Dónde se origina la vida?”, “¿de dónde venimos?”, “¿qué es el ser humano?”, “¿quién o qué nos creó?”, “¿qué clase de fuerza nos controla y hacia qué objetivo nos está llevando?”, entonces podremos en forma realista esperar responder a estas preguntas. Luego, conociendo todo el desarrollo del marco cronológico de nuestros deseos podremos manejar y controlar nuestras vidas, liberarnos de las cadenas del tiempo.