Quien sigue las noticias del mundo, constantemente o de modo casual, podría llegar a pensar que el mundo se ha vuelto loco. El antisemitismo aumenta, la sociedad está dividida, nacionalismo y violencia, además de terribles titulares que no pensamos que se convertirían en algo de rutina.
Saber la enfermedad, como acostumbramos a decir, ya es la mitad de la cura. Pero en la era de fake news, cuando noticias falsas son diseminadas a propósito y los rumores en las redes sociales tienen más influencia sobre la opinión pública que la realidad, “La ciudad de Shushán (Susa) estaba confundida” (Ester, 15:3), y no se sabe quién tiene la razón.
Ya en épocas del reino de Persia hace 2,500 años atrás, cada campamento se mantenía en su posición y trataba de convencer a los demás de que su idea era la justa. Así es también hoy. No hay a quien culpar o justificar.
Según la Sabiduría de la Cabalá, todos, sin excepción, obramos con base a los mismos motivos egoístas naturales y exigimos más y más placeres a cuenta de los demás. El único culpable es el egoísmo incontrolado, o como dice la Meguilá de Ester: ‘el malvado Hamán’, la fuerza que va desintegrando la red de conexiones entre nosotros.
‘Hamán’ es quien nos separa, nos impide escuchar a los demás y considerarles, incitándonos a insistir en lo nuestro y alentándonos a luchar para superar a los demás.
Frente a esta fuerza se sitúa ‘Mordejai’, un personaje supuestamente secundario y débil, que guarda en su interior el método de conexión para una vida mejor. Mordejai reconoce la confusión y la congoja en la que se encuentran los pobladores de la ciudad Shushán y comprende que mientras la red de relaciones humanas se basa en el egoísmo, cuando las personas están esclavizadas bajo el poder de Hamán, basta con una leve fluctuación para derribar la torre de naipes artificial que se construyó.
Mordejai decide actuar y convoca al pueblo para implementar solamente una norma: elevarse por encima de todas las diferencias que se manifiestan entre los seres humanos. No permitir que Hamán nos engañe, no ir tras las tentaciones que nos ofrece, sino formarnos como una sociedad unida por encima de todas las divisiones y las disputas. El método de conexión que Mordejai ostentaba es, de hecho, el mismo método que desde siempre unificó el pueblo judío en un solo corazón, el pueblo unificado que aspira a la unión.
Hamán no se rindió fácilmente. Él exigió destruir a todos los judíos y les prohibió implementar el método de Mordejai a través de la unión y la preocupación por el prójimo. ¿Por qué? Porque el método del judío Mordejai va en contra del enfoque de Hamán. Desde los inicios de la humanidad se encuentra en los judíos esa tendencia de vivir con base al principio “ama a tu prójimo como a ti mismo”, y aun cuando está adormecido sigue existiendo y es posible despertarlo.
Hamán quiso matar al “judío” que se encuentra en nosotros, al enfoque que habla de la felicidad que se encuentra solamente en los lazos de hermandad entre los humanos. Cuando Ajashverosh autoriza a Hamán matar a los judíos, Mordejai recurre a Ester y le pide su ayuda. Ester le responde: “ve y reúne a todos los judíos”.
Ocúpate que se reúnan, que se conecten, que ayunen juntos durante tres días, y entonces podré recurrir en nombre de ellos al rey. Durante tres días los judíos se esforzaron para elevarse por encima del ego, pero esto es algo que está más allá de la capacidad individual. No obstante, eventualmente, solo con la ayuda de la conexión y la unión lograron salvarse.
Podemos ver la historia de la Meguilá realizándose hoy mismo. Basta con observar a los judíos de mundo para sacar la conclusión. El enfoque de Hamán que es la preocupación únicamente por mis propios asuntos, conduce a una competencia arrasadora en todos los aspectos. Supuestamente parece una receta segura para el éxito, alcanzar logros personales en la vida y conseguir la felicidad. El enfoque de Mordejai, es el esfuerzo de conexión entre las personas y el amor al prójimo; algo que no se ve a la vista, no se percibe como un método eficaz y se considera hoy en día como una inocencia.
Hasta el momento parece que Hamán va ganando y en grande. En la sociedad, en los negocios, en el deporte, en las comunicaciones, en la política, en todas partes, el fuerte usa al débil y se lleva toda la ganancia. En una cultura intimidadora de este tipo, no hay lugar para hablar de conexión ni amor al prójimo, pues suena demasiado incrédulo e “irrelevante” para la época.
Sin embargo, el método para recibir la felicidad y la abundancia se encuentra solamente en manos del pueblo judío. Este método se basa en la formación de relaciones de conexión y amor entre las personas. Mientras nos aislamos de los demás y cada uno se preocupa únicamente de sí mismo, jamás lograremos conseguir toda esa abundancia. ¿Tiene la humanidad alguna esperanza de una vida nueva en estas circunstancias? Sí. En el lenguaje de la Meguilá se le llama “la reina Ester”.
Ester ocupa su lugar paulatinamente, en silencio, de modo oculto. Ella representa el nuevo deseo de relaciones de conexión y amor que los judíos deben desarrollar entre ellos. Ahora Ester hace honor a su nombre, en hebreo, proviene del verbo ocultar. Ella, supuestamente, no es relevante en la actualidad. Lamentablemente, en el mundo en general, y especialmente dentro del pueblo judío, nadie le permite hoy reinar. Nadie cree que la unión es un método práctico para el éxito en la vida.
Sin embargo, no hay quien haga el trabajo en lugar de los judíos. Nosotros trajimos al mundo los principios de la conexión, la responsabilidad mutua y el amor al prójimo. Estos valores se expandieron desde nosotros hacia el mundo, y por esa razón somos nosotros quienes debemos servir de ejemplo para ponerlo en práctica.
Si no implementamos nuestra parte en el rompecabezas humano, el mundo continuará oponiéndose a nosotros. Siempre seremos los culpables de alguna cosa o de otra, a veces incluso sin una razón lógica visible, pero todas las culpas tienen algo en común: todos quieren que nos despertemos y actuemos. Las olas de antisemitismo sin precedente desde los años treinta, llamados de boicot internacional contra Israel, relaciones negativas por parte de Europa y EEUU, todos estos eventos amenazantes tienen un solo propósito: incitar al pueblo judío a unirse y así implementar su función y promover al género humano a su meta.
Hoy mismo hay lugar para la famosa orden que dio Ester a Mordejai. La solución para nuestra situación es la unión por encima del ego. Si bien es difícil creer que en nuestro estado actual alguien podría aceptar renunciar a algo propio para el beneficio ajeno, debemos decidir que preferimos la conexión, la unión, la consideración y la responsabilidad mutua a la división, el odio y la arrasadora competencia.
No basta con que nos despertemos a la unión solo en momentos de desgracias, debemos aprender a conectarnos también en el diario vivir. A pesar de que las diferencias y las disputas son legítimas, debemos aprender a crear lazos de conexión y amor. Así como hermanos que son diferentes y son partes de una misma familia, como diversas flores en un solo ramo. ¿Quién tiene la razón, eventualmente? Quién está dispuesto a dejar a un costado todas las diferencias y no anularlas, sino conectarse a pesar de ellas.
Siendo un pueblo que debería simbolizar la unión y el amor, un pueblo que debería servir de “luz de las naciones”, si consolidamos un deseo común, daremos al mundo el ejemplo de una sociedad ejemplar, algo que el mundo necesita tanto. Nadie es capaz de hacerlo solo, pero juntos todo es posible. “Purim” es el estado que tenemos frente. Si “colgamos del árbol” al ego que nos separa, y subimos “al caballo” la importancia del amor al prójimo, podremos implementar nuestra esencia interior y traer al mundo “alegría y júbilo” verdaderamente.
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