Entre varios economistas, existe la creciente convicción de que nos acercamos al fin del capitalismo. Personalmente, creo que es demasiado pronto para proclamarlo, aunque estamos viendo una creciente desconexión entre trabajo y salario. Eso plantea importantes preguntas que tendremos que responder en un futuro próximo.
Primero, la gente tiene que comer, trabaje o no trabaje. También tiene que vivir en algún lugar, tener ropa y en un país moderno, tiene que conseguir seguro médico y educación. Si bien es cierto que ahora, no todos tienen estas necesidades básicas satisfechas; también es cierto que este estado no refleja una sociedad saludable, de ahí la creciente prevalencia de depresión y el aumento de muertes prematuras por abuso de sustancias, homicidios y suicidios. Así que la primera pregunta es, cómo asegurarnos de que todos tengan lo básico.
Segundo, si la gente no trabaja, ¿qué hará todo el día? Algo que nos enseñó la Covid-19 es que estar ociosos en casa, es una mala idea. Con el tiempo, hace que la gente se agite, se vuelva agresiva, se deprima (si es que no lo estaba ya), lo peor de todo, se desespere, pues no ve el final. En otras palabras, la gente necesita un sentido, un propósito, una razón para dejar la cama. Si no es el trabajo ni la necesidad de ganarse la vida, ¿qué puede ser?
La gente debe estar informada. Tiene que saber que, aunque tenga dinero en el banco, si es que lo tiene, no significa que sea independiente.
Las cadenas de producción y suministro que nos dan los productos que compramos en supermercados y tiendas de aparatos, implican a millones de personas. Si se rompe un solo eslabón, la cadena puede dejar de funcionar. Esta cadena no sólo afecta lo que podemos comprar, sino también nuestro trabajo, nuestra posibilidad de mantenernos a nosotros mismos y a nuestra familia, a la política nacional e internacional y al final, puede incluso determinar la vida o la muerte para muchos. Este es el verdadero significado de globalización: hemos llegado a depender unos de otros incluso, para nuestra propia vida.
Una vez que la gente comprende nuestra interdependencia, es más fácil explicarle que si es así, tiene sentido que mejor conexión nos da mejor vida. También tiene sentido que el sistema actual, que respalda el individualismo y el ensimismamiento, es lo contrario de lo que necesitamos hoy y es la razón principal por la que nuestra sociedad se encuentra en un estado tan lamentable.
Actualmente, estamos educados para valorarnos a nosotros mismos por lo que hacemos (trabajo, nivel en el trabajo, etc.) y por lo que ganamos. Si no hay conexión entre trabajo e ingreso, estos indicadores de autoestima se volverán irrelevantes y tendremos que encontrar nuevas formas de apreciarnos o, nos sentiremos inútiles. De hecho, ya les sucede a millones de personas que no pueden encontrar algo significativo.
Los nuevos criterios que determinarán nuestra autoestima serán criterios sociales, ya que, como acabamos de decir, la calidad de nuestras conexiones determina la calidad de nuestra vida. Por lo tanto, gradualmente, llegaremos a apreciar valores como solidaridad, responsabilidad mutua y contribución a la comunidad.
A medida que progresemos en el nuevo paradigma, descubriremos que, contrariamente a lo que se nos enseñó, el hombre no fue creado para trabajar tantas horas, hasta que no pueda más y lo único que quiera sea escapar de la vida.
No, fuimos creados para disfrutar, socializar, desafiarnos y apoyarnos mutuamente. Fuimos hechos para ayudarnos a ser los mejores individuos que podamos ser y realizar todo nuestro potencial personal y no para ser individualistas, aislados y desconfiar unos de otros.
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