He aquí el brillante mundo de la floreciente industria tecnológica israelí de los últimos años. Jóvenes, principalmente de entre 25 y 35 años, repentinamente se hacen ultra ricos, a medida que sus empresas se convierten en «unicornios», empresas de propiedad privada con un valor superior a los mil millones de dólares.
Este fenómeno no se ve en unos pocos afortunados. Hoy se considera uno de los principales motores que impulsan la economía israelí. Estos nuevos ricos son un modelo para muchos jóvenes y el sueño hecho realidad de la madre judía israelí: el empresario de alta tecnología que hace fortuna.
Con el dinero que reciben los jóvenes empresarios de alta tecnología, compran apartamentos y vehículos de lujo, invierten, inician y se liberan de las preocupaciones económicas. Pero no dejan de hacer su vida normal, no toman vacaciones permanentes. Tampoco dejan de trabajar, a pesar de los enormes ingresos en sus cuentas bancarias. La razón es que el dinero no es el principal motor de su trabajo.
Su fuente de atracción es la emoción de la competencia, el placer del juego y de la creación, la alegría de la invención y la innovación. Esto es lo que les da satisfacción, la ganancia económica no es más que un bonito extra, aunque bienvenido, pero no cambiará fundamentalmente su ocupación. Podemos entenderlos.
La tecnología es un campo intrigante e interesante y en cierto sentido, es como si sintieran que el sector les da una chispa de divinidad, pueden crear y cambiar el mundo, mejorar la vida e influir en la sociedad, con unos pocos toques en el teclado. El campo de la tecnología tiene el poder de generar un tremendo cambio y para los judíos. Por eso, no es casualidad que Israel se esté posicionando como líder mundial en esta industria.
La mente judía está hecha para la innovación. Si exploramos la mente judía, en sus imágenes cerebrales, no mostraría ninguna zona especial que sea excepcional, sin embargo, está cableada de forma diferente: tiene tendencia a combinar juicios contradictorios en uno solo, la capacidad de combinar los opuestos en un todo, aparejar el más y el menos en la misma carreta.
Desde la formación del pueblo judío en los antiguos tiempos de Abraham, la mente judía fue diseñada para aportar soluciones espirituales al mundo, cuando las necesite: para unir el odio y el amor y enlazarlos en una creación emocionante en el pináculo del desarrollo de la sociedad humana. Mientras tanto, hasta que este objetivo haya madurado por completo, la mente judía hace sus pininos en la alta tecnología. No sólo en la creación de programas informáticos, sino en desarrollo e investigación para fortalecer a la nación israelí como potencia de alta tecnología, para que tengamos una base firme en todos los ámbitos, especialmente en el militar, donde la protección y la capacidad de ataque, son necesarias para que sigamos sobreviviendo como pequeño país.
Al decir esto, no sugiero que todos los miembros de la nación se sienten frente a una computadora. Más bien, podemos prever que en un futuro próximo, más o menos el 30% de la sociedad trabajará en alta tecnología, el resto se dedicará a otras profesiones esenciales para la sociedad, como medicina, ingeniería, agricultura y enseñanza.
También vale la pena prepararse de antemano para integrar sin problemas, la afluencia de nuevos inmigrantes a Israel. No cabe duda de que sus aportaciones beneficiarán a la industria de la alta tecnología y le darán impulso. Cuando llegue el momento, cuando el Estado prospere aún más en satisfacer las necesidades de la gente, identificaremos y descubriremos lo único de lo que aún carecemos: el sentido espiritual. Saber quiénes somos, para qué vivimos, cuál es nuestro papel como pueblo en relación con el mundo. Estas serán las preguntas que saldrán naturalmente a la superficie, cuando se alcance el techo del desarrollo material, la respuesta clara a esas preguntas nos dará el sentido completo a la vida.
Nuestro objetivo es llegar a ser una sociedad unida, una potencia espiritual, «luz para las naciones». Si nos anticipamos a desarrollar esa tendencia, haremos una fortuna eterna. Los frutos de esa industria darán un nuevo ímpetu e intelecto para impulsarnos a descubrir y realizar una fase completamente nueva en el desarrollo humano: un milenio de paz.
Muchas gracias 🌹 bendiciones infinitas 🙏🌹
Dios nos ayude a todos