La respuesta a la pregunta, cuál es el mejor lugar para ser judío, debería ser un inequívoco “cualquier lugar”. Desafortunadamente, ese no es el caso. El hecho de que esa pregunta fuera el tema principal en un estudio reciente de la Asociación Judía Europea, revela mayor prevalencia de antisemitismo. Según esa investigación, Bélgica y Polonia son los peores países para los judíos, Italia y Hungría son mejores.
La encuesta examinó la vida de judíos en los 12 países europeos, con las comunidades judías más grandes. Los parámetros estudiados fueron: medidas gubernamentales contra el antisemitismo, seguridad de la comunidad judía, libertad de religión, promoción de la cultura judía y registro de votos del país, a favor o en contra de Israel en las Naciones Unidas.
No hay nada nuevo bajo el sol antisemita. Bélgica y Polonia son conocidos como países que desprecian a los judíos, Italia y Hungría nos odian un poco menos. He viajado muchas veces a Europa, por trabajo y por vacaciones familiares y cada vez que piso suelo europeo, siento un ambiente antisemita que me incomoda, como si no tuviera otro país que Israel.
La situación ha empeorado con el tiempo. En las primeras décadas posteriores al Holocausto, el ambiente en Europa era estable. Hoy, el odio a los judíos levanta la cabeza con orgullo y sin miedo. ¿Ven los judíos luces de advertencia en los crecientes actos abiertos de antisemitismo? Realmente no.
En Bélgica, por ejemplo, el gobierno redujo significativamente la seguridad alrededor de las comunidades judías, prohibió la matanza kosher y está considerando prohibir la circuncisión. Pero para los judíos de Bélgica “es bueno ser judío en el campo”, en sus propias palabras. Como ha sido habitual a lo largo de la historia, los judíos esconden la cabeza en la arena y están dispuestos a acostumbrarse a cualquier situación en lugar de ejercer su fuerza con su unidad judía.
No se revela que el fenómeno del antisemitismo destruye a algunos judíos locales, es la respuesta natural diseñada para recordarles a los judíos por qué existimos en el mundo. No tenemos posibilidad de defendernos contra el odio, excepto temporal e insuficientemente. La única protección es, entender nuestra misión original como pueblo de Israel.
Los judíos deben unirse contra el odio que se cristaliza, no como rebaño de ovejas asustadas rodeado por una manada de lobos que gruñen, sino porque es nuestro llamado a la acción para convertirnos en «luz para las naciones» con la unidad judía. En un estado de cohesión, un poder supremo emerge como una fuerza positiva que irradia a la humanidad.
Por el contrario, si los judíos abandonan su misión espiritual, si nos desvinculamos del sentimiento mismo de ser judíos e instintivamente comprendemos que no tenemos derecho a golpear la mesa de las naciones y decir: «Sí, aquí vivimos». ¡Hemos estado aquí por generaciones y también es nuestro lugar! En ausencia de su unidad, los judíos se doblegan y se comprometen hasta que la ola de odio pasa, momentáneamente, porque en realidad nunca desaparece.
Aunque Israel es el Estado judío, nuestro hogar nacional, no espero que los judíos europeos emigren aquí. Y su llegada masiva no es solución ni para ellos ni para nosotros. Por supuesto, no hay objeción ni prohibición, pero no nos fortalece en nada, si no se hace con plena convicción del verdadero significado de Israel en nuestra vida.
Israel es el lugar para los que sienten que no pueden vivir en ningún otro lugar del mundo y están dispuestos a aceptar las leyes del verdadero sionismo: trascender nuestra naturaleza egoísta, movilizarnos en bien de los demás, conectarnos interna y externamente con otros judíos para construir una red única, la morada de la Fuerza Superior. Este espacio espiritual es y siempre será el lugar más seguro para todo judío.
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