En la tierra del faraón, rey de Egipto

Hay muchas formas de pensar en el drama que tuvo lugar entre el faraón y Moisés, en el Egipto bíblico. Algunos lo consideran historia; otros lo ven como leyenda y otros lo ven como alegoría para enseñarnos moral. La sabiduría de la Cabalá tiene una visión completamente diferente de la historia del éxodo del pueblo de Israel, de Egipto. Lo ve como un proceso que conduce al momento decisivo de la vida: la liberación del ego y la entrada a una nueva realidad, donde el ego es el sirviente y el cuidado a los demás, es el rey. Por eso, cuando el ego es nuestro único gobernante, es tan importante introducir los conceptos de la sabiduría de la Cabalá, pues si te preocupas por los demás, evitarás que el mundo explote en pedazos.

En los textos cabalistas, el faraón representa el ego, nuestra inclinación a enfocarnos en nosotros mismos y luchar por ser superiores. El período en el que se encuentra la humanidad hoy, es, de hecho, el período del «faraón». En estos días, el faraón, el ego puro y desquiciado de la gente, está saliendo a la luz. Controla nuestra vida, la organiza y no podemos huir. Incluso cuando nos damos cuenta de que no es bueno dejar que el faraón nos gobierne y esclavice, optamos por “pan y circo”, pues nos sentimos impotentes.

Poco a poco, en nuestro interior, vamos entendiendo que nuestra situación no es la que debería ser. Y lentamente, nos damos cuenta de que buscar placer, al final nos deja vacíos. Nacemos, maduramos, conseguimos un trabajo, tal vez una carrera, tenemos hijos, envejecemos, enfermamos y morimos. ¿Por qué pasamos por estos ciclos? Si al final morimos y dejamos de existir, entonces, ¿para qué nacer? Los pequeños placeres que tenemos en la vida, si es que los tenemos, alivian algo del dolor que sentimos el resto del tiempo, pero si no queda nada de nuestra vida cuando termina,  ¿Cuál es el propósito de vivir? ¿Cuál es el propósito del sufrimiento?

Cuando hacemos estas preguntas y cada día más y más personas las hacen, es señal de que empezamos a estar en desacuerdo con el gobierno del faraón sobre nosotros. Comienza a surgir Moisés en nuestro interior, una nueva perspectiva de la vida que desea sacarnos de las cadenas del egoísmo y liberarnos de Egipto, la tierra metafórica del ego.

La sabiduría de la Cabalá no se relaciona con lugares físicos ni con personas de carne y hueso. Cada personaje del drama es una fuerza dentro de nosotros y cada país, un deseo. Egipto representa el deseo de autocomplacencia, concentración en sí mismo, Israel representa el deseo de dar, preocuparse por los demás, conectarse con el corazón. Ambas «tierras» existen en todos; por eso, cada uno puede elegir con quién simpatizar: la tierra interior de Egipto, ego o la tierra interior de Israel, otorgar.

Cuando Moisés empieza a crecer dentro de nosotros, sentimos que nuestra estadía en Egipto es asfixiante y opresiva. Cuando la historia de Pésaj nos dice que el pueblo de Israel estaba exiliado en Egipto, quiere decir que quería liberarse de las cadenas del ego, pero el faraón, el núcleo del egoísmo, no lo dejó libre. Después de algún tiempo en ese estado, la fuerza de Moisés dentro de nosotros, comienza a ganar y ​​hace que todos los placeres que ofrece el ego sean inútiles e insípidos. No es que de pronto caigamos de la riqueza a la pobreza, sino que la misma riqueza que antes se sentían tan bien, ahora es inservible y sin sentido, perdemos la alegría de tenerla. Y en ausencia de otros placeres sentimos vacío y hambre. Peor aún, dado que no nos hemos liberado del egoísmo y aún debemos servirlo, aunque ya no queremos hacerlo, nos sentimos esclavos, cautivos del faraón.

Hoy, miles de personas ya se sienten así. Especialmente los jóvenes, que crecieron viendo el estilo de vida de sus padres y simplemente no lo quieren. No encuentran placer, pero tampoco encuentran placer en nada más. Por eso, para olvidarse de la vida, muchos recurren al abuso de sustancias, a deportes extremos o son violentos, buscan frenéticamente algo que los emocione y les dé una razón para vivir. Estos jóvenes no son fracasados ​​ni tontos. En realidad, son muy brillantes y muy honestos con ellos mismos y no encuentran una meta que valga la pena perseguir.

Este período de transición en el que nos encontramos puede ser largo y doloroso. La lucha entre el faraón y Moisés está dentro de cada uno y también tiene ramificaciones sociales, nacionales e internacionales. La Biblia describe el tiempo de duda entre seguir el camino del faraón o el camino de Moisés, como las diez plagas de Egipto. Pero al final, el ego, es decir, el faraón, se rinde. Ahora nos acercamos a ese punto de elección a nivel global. Podemos elegir sentir las plagas o podemos elegir el camino de Moisés antes de que las plagas caigan sobre nosotros.

Sabemos que al final, Moisés ganará y nosotros construiremos una sociedad unida, donde nos cuidemos unos a otros. Por eso, cuanto antes escojamos esta dirección, más rápido alcanzaremos un estado de bienaventuranza. En el proceso, evitaremos las aflicciones de Egipto. Ahora es nuestro momento de elegir qué camino tomar; hacia la tierra de Egipto y sufrir o hacia la tierra de Israel, la tierra de unidad y amor.