¿En quién podemos confiar si nadie es digno de confianza?

Una de mis bromas favoritas de Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain, es cuando se define a Tom como «un héroe brillante … la mascota de los viejos, la envidia de los jóvenes» y hubo «algunos que creyeron que sería presidente, si es que escapaba de la horca». Con estas pocas palabras, Twain capturó la esencia del liderazgo en nuestro mundo. Los que llegan a la cima son los más feroces, decididos y despiadados. Hoy, esta última cualidad se ha vuelto tan intensa que ya no podemos creer en nuestros líderes y ciertamente no podemos confiar en que ellos tengan en mente nuestro mejor interés.

No acuso a ningún líder en particular ni siquiera a los líderes en su conjunto. Es simplemente que, en un mundo egoísta, donde todos compiten por derribar a otros en su camino hacia la cima, es claro que el que llega a la cima fue el que pisoteó y derribó a más personas. De manera concisa, para llegar a la cima en un mundo egoísta, tienes que ser el egoísta mayor.

Entonces, ¿Cómo saber en quién confiar? No lo sabemos y no podemos saberlo. Lo único que sabemos es que estamos en la oscuridad.

En una cultura de egoísmo desquiciado, cualquier teoría de la conspiración parece razonable y la verdad, no se encuentra por ninguna parte. Cuando cada uno que dice o escribe algo, es porque trata de promover alguna agenda oculta, no hay forma de saber quién tiene razón ni qué sucedió realmente ni siquiera, si sucedió.

La única forma de obtener algo de claridad en las noticias y en la buena voluntad de nuestros líderes es decir «¡Basta!» a nuestro sistema actual y construir algo totalmente independiente. El principio rector de ese nuevo sistema debería ser “sólo información”, sin comentarios. El comentario indica que la información ya está sesgada. Informar es decir sólo lo que sucedió, tanto como sea posible, no por qué ni quién tiene la culpa ni a quién debemos elogiar.

Al mismo tiempo, debemos comenzar un proceso integral de autoaprendizaje. Tenemos que saber, no sólo lo que sucede, también por qué sesgamos y distorsionamos todo. En otras palabras, tenemos que conocer la naturaleza humana y saber que, inherentemente, presenta los asuntos de acuerdo con una visión subjetiva, de acuerdo con los intereses propios. Para “limpiarnos” de esa deformidad, debemos aprender a elevarnos por encima de nuestro interés personal y desarrollar una actitud igualmente favorable hacia los demás. Esta es la única garantía de que nuestra interpretación de las cosas será equilibrada y correcta.

Cuando logremos esa actitud, descubriremos que lo malo que vemos en nuestro mundo refleja nuestra propia maldad interna. Nuestra mala voluntad hacia los demás crea un mundo donde gobierna la mala voluntad, por eso el mundo está lleno de maldad y crueldad. Por lo tanto, lo único que necesitamos para crear un liderazgo positivo y en general, eliminar la mala voluntad del mundo, es generar buena voluntad dentro de nosotros. Cuando alimentamos la buena voluntad hacia los demás, tendremos un mundo con buena voluntad. Como resultado, el mundo se llenará de bondad y compasión. Al cambiar nosotros mismos, crearemos un mundo opuesto al mundo que creamos con nuestros deseos de manejar, humillar y a menudo, destruir a otras personas.