Si una palabra pudiera encarnar el sentimiento actual de la humanidad, sería «incertidumbre». El mundo entero está perdiendo el rumbo, la gente vive sin vislumbrar un futuro claro. No sabe qué pasará después; mañana, en los próximos meses, dentro de un año. Desde las nuevas variantes del coronavirus hasta el clima extremo, todo es cada vez más impredecible.
Por sombrío que parezca, lo que subyace en la confusión es la buena intención de la naturaleza de abrirnos los ojos, para que veamos que nuestra búsqueda interminable de logros materiales no tiene sentido, que es inútil y que llegó el momento de buscar una satisfacción superior y duradera en la vida.
La incertidumbre es evidente en todos los campos: en los líderes de los países, en nuestro lugar de trabajo, en economía, sociedad, dentro de la familia. Llegamos a un callejón sin salida. Hay sensación de impotencia y desesperación y nadie realmente sabe qué camino seguir.
No sabemos qué dar a nuestros hijos. Los jóvenes carecen de un buen ejemplo y las profesiones que pudieran elegir, pronto pueden ser irrelevantes en la realidad cambiante de hoy. En cualquier caso, no desean pasar muchos años estudiando, cuando realmente, nada brilla en el horizonte.
Si sus padres se vieron obligados a trabajar un sinfín de horas al día para construirse, los niños ya no quieren vivir así. Parece que aprendieron la lección y sienten que esta búsqueda incesante no tiene sentido, no quieren desperdiciar su energía sólo para terminar sintiéndose vacíos.
Muchos jóvenes han dejado de perseguir grandes logros, sólo buscan arreglárselas en la vida, pasar el tiempo conectados a dispositivos y desconectados de su entorno.
En general, el impulso de desarrollo que tuvimos en el pasado se está desvaneciendo. Estamos comprendiendo que no hay otro lugar adonde ir, no hay deseo de avanzar, no hay fuerza que nos impulse. Esta es la fuente de nuestra desesperación, depresión e impotencia. Hasta que tratemos de buscar algún significado en la vida, expresiones como, «Estoy mejor muerto que vivo» se volverán más frecuentes. Sin un futuro ni una meta clara, no hay fuerza para vivir. Vemos esta tendencia en el mundo en mayor o menor medida, dependiendo de la naturaleza de la gente y de las condiciones de sus respectivos países. Pero ciertamente, es un fenómeno global.
Es la primera vez en la historia en la que nadie entiende lo que sucede. Hay una sensación general de conmoción. No tenemos idea de cómo controlar lo que se desarrolla ni de cómo guiar ni cómo ser guiados. La importancia del desarrollo humano, científico, tecnológico y económico, logrado a lo largo de generaciones está disminuyendo, ahora nos preguntamos si lo que hemos hecho hasta ahora, tiene algo de valor real para hacernos felices, para satisfacernos.
Llegamos a este punto de inflexión con un propósito. Tal estado de desesperación se revela para que nos demos cuenta de que no podemos salir de este laberinto con nuestras propias fuerzas individuales. Esta situación nos muestra que estamos alienados, separados. Si no estuviéramos tan polarizados y divididos, no nos sentiríamos tan solos, inseguros y ansiosos. Seríamos mucho más resistentes, confiados y tendríamos esperanza en el futuro.
Por eso, lo que vemos como crisis general y maldad, en realidad es la naturaleza en acción, la fuerza superior que es toda bondad y nos empuja para corregir nuestra naturaleza egoísta y nuestras relaciones dañinas con los demás, que son la causa raíz de todos nuestros problemas.
Ya no podemos manejar nuestra vida con éxito ni sobrevivir sin un método que nos guíe, un método de conexión que nos enseñe que el verdadero significado de la vida no se puede encontrar en este mundo, en la materia terrenal de corta duración, sino sólo por encima de ella. Y podemos elevarnos a ese estado sólo con nuestra unidad y construyendo una sociedad realmente fundada con base en amor a los demás, cuidado mutuo y reciprocidad. Así, podremos crear el terreno más fértil para una existencia gratificante.
En el camino, del amor a uno mismo, al amor a los demás, cambia nuestra imagen de la realidad. Nuestros sentidos se renuevan, la mente y el corazón cambian de dirección; de adentro hacia afuera y se nos revela un mundo opuesto. De repente percibimos un mundo superior y más amplio en perfecta conexión con la fuerza que controla y equilibra todo en la naturaleza y alcanzamos una vida significativa y satisfacción eterna.
Extraordinario!!! Este artículo me hace salir de mis creencias obsoletas y depender cada día de esa conexión tan importante y necesaria para no desconectarme por cualquier disturbio que se presente en el día «la máxima conexión Dios. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏