El mundo está ansioso por volver a ponerse de pie. Está claro que todos necesitan asegurar sus medios de vida, poner comida en su mesa y volver a los negocios, pero me pregunto, ¿aprendimos la lección que la crisis del coronavirus intentó enseñarnos? ¿qué pasa si la pandemia aún tiene que cumplir su objetivo de impulsarnos para que establezcamos una sociedad más equilibrada?
Poco a poco, algunas tiendas y servicios están reabriendo en EUA y en el mundo. Regresa una aparente normalidad y todos parecen estar contentos y con un renovado deseo de volver a su enfoque egoísta habitual, de buscar su beneficio propio y explotar al ecosistema, aunque eso fue lo que nos llevó a esta situación. O ¿tal vez no? Será interesante ver si salimos de esta pausa forzada, de manera más sabia, con más consciencia del sistema en el que vivimos y dispuestos a hacer algo para restaurar el equilibrio perdido en las relaciones entre nosotros y con el entorno.
Si volvemos a lo que hacíamos habitualmente, sin ningún compromiso por un cambio sustancial en nuestro comportamiento, nada podrá garantizar que no nos afecte un desastre mayor. Es imperativo que internalicemos que vivimos en un entorno integral. Toda la naturaleza es un sistema cerrado: vivo, respira, pero está herido por el ego humano, el único factor que interrumpe el funcionamiento general del sistema integral de la naturaleza y que provoca plagas como el coronavirus.
Me pregunto, antes de que el mundo alivie la restricción de movimiento y reabra la economía ¿dónde están las organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y los defensores del medio ambiente, para que alcen la voz y exijan una humanidad más consciente? Debemos responsabilizarnos por el abuso que hemos hecho de los recursos del mundo y por nuestra actitud temeraria mutua. Pero lo más importante, debemos darnos cuenta de que regresar, sin cambios, al mundo como era antes del COVID-19, será una receta para el desastre.
Volver a lo básico, no volver a la crisis
Realmente no podemos esperar volver a nuestra explotación continua del planeta, que contamina, agota y eventualmente provocará la destrucción total del ecosistema. Tampoco podemos volver a los mismos viejos patrones disfuncionales de la sociedad ni a las relaciones humanas perjudiciales en pareja, familia, niños y compañeros de trabajo. El viejo paradigma de codicia, perversión, corrupción y falta de empatía, ya no debe definir nuestra realidad.
Es claro que nadie quiere vivir encerrado para siempre, pero espero que hayamos aprovechado al máximo el paro global y nos demos cuenta de que la forma como vivíamos era insostenible, que seamos conscientes de la lección que debemos aprender y logremos separar las acciones realmente indispensables para la sociedad de las que son superfluas.
La naturaleza nos muestra el camino correcto. Funciona integralmente, como un todo unido, donde todas sus partes toman sólo lo esencial para mantener el funcionamiento correcta de todo el sistema.
La epidemia congeló al mundo, no para poner fin a nuestro desarrollo, sino para guiarnos en la dirección correcta y ampliar nuestra visión. Una actitud más amigable y armoniosa hacia los demás y hacia la naturaleza, cambiará nuestra realidad, la pérdida total, se transformará en ganancia total, nos llevará a un mundo equilibrado ¿cuál sería el punto de partida cuando decidamos construir juntos un futuro prometedor?
excelente.