Israel está abriendo los centros comerciales y el comercio está regresando a toda velocidad, la enfermedad de la sociedad occidental reaparece como si nunca hubiera existido la Covid. Las tiendas de alta gama están abarrotadas, hay largas filas de gente con esperanza de gastar mucho dinero en accesorios elegantes. Pensarías que el coronavirus nos curó de estos males, pero no lo hizo. Por el contrario, parece que la gente está comprando más, en venganza.
Pero, ¿por qué compra? ¿realmente necesita nuevos accesorios? Probablemente no. En la mayoría de los casos, compra para mostrar que compra; es la única razón. La gente compra, especialmente moda de élite, para demostrar que tiene mucho dinero y dar celos a los demás. Si no fuera por los celos, no se molestaría en pasar las horas en filas y tiendas abarrotadas, por la cuestionable diversión de gastar su salario en símbolos de alta gama que no necesita y posiblemente, ni siquiera le gustan.
Sin embargo, estoy feliz de que estén tan ansiosos por comprar. Mientras más gasten, más rápido entenderán que no hay satisfacción real en comprar lo que no necesitan y la envidia que causan, realmente no les da felicidad, a menos que consideren que la alegría de tener lo que otros no tienen, es su forma real de felicidad.
Hay algo más que podemos hacer para acelerar la transición a una felicidad más duradera: todos valoran lo que ven que otros valoran. Por celos, compran cosas que otros aprecian. Si promovemos otros valores, naturalmente tratarán de mostrar que sobresalen en esos valores, justo para despertar la envidia de los demás. Si admiramos a los que contribuyen a que haya unidad, solidaridad y cohesión en la sociedad, muchos querrán hacerlo. Actuarán con amabilidad y cariño, incluso si no lo sienten, sólo para despertar envidia o para no sentirse inferiores, aunque no les importe. Nadie sabría quién realmente es amable y quién no y la impresión que se obtendría será que todos lo son. Esto les hará comportarse de manera similar y muy rápido, toda la sociedad se transformará.
No debemos subestimar el poder de la envidia; Es la fuerza más poderosa de la naturaleza humana. Sólo necesitamos ponerle rienda, dirigirla en dirección positiva y nuestra forma de reparar los males de la sociedad estará pavimentada. Cuanto antes empecemos, mejor.
Buen día, exactamente no hay corrosivo más dañoso que la envidia xq yo lo viví envidiando a familias que eran diferentes a la mía y eso fue tan insoportable que tome el pantano depredador de adicción al alcohol y fármacos para crear un mundo en la dualidad (ego) hasta toca fondo y pedir y aceptar que solo Dios y yo pude salir x el camino de un desarrollo espiritual. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏