Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Envidia: cuando el motor del crecimiento se convierte en agente de la destrucción

envidiaCuando somos pequeños, crecemos viendo a los demás e imitándolos. No queremos dañarlos ni negar sus rasgos o posesiones deseables, sino tener lo que tienen y hacer lo que hacen. Esta es una envidia sana; nos desarrolla y nos impulsa a avanzar. Cuando deseamos tener más que los otros, controlarlos o negarles lo que tienen, es cuando la envidia, el motor del crecimiento, se convierte en agente de la destrucción.

La envidia que se vincula al deseo de destruir a los demás es el ego que nos está destruyendo. A lo largo de la historia, los países han competido, impulsados por esta fuerza destructiva y han causado dolor y angustia por su deseo de estar en la cima del mundo.

No podemos desarraigar esta fuerza; es inherente a nuestra naturaleza. Lo que podemos y debemos hacer es aprovecharla como los niños, que la usan para desarrollarse.

Para aprender a usarla de manera constructiva, primero debemos comprender que cuando mutilamos o dañamos a otros, nos hacemos daño a nosotros mismos. Tenemos que sentir la verdad de nuestra interconexión, que todos somos parte de un solo sistema, un mecanismo cuyas unidades están perfectamente entrelazadas y equilibradas. Es como una máquina complicada, con miles de millones de piezas, todas necesarias para su buen funcionamiento. Cuando mutilas una unidad, mutilas toda la máquina de la que formas parte.

Piensa en el cuerpo humano. Tiene aproximadamente 10 billones de células. Están organizadas en numerosos tejidos, órganos y sistemas de órganos, ¿te imaginas lo que sucedería si estos tejidos y órganos se enfrentaran entre sí? Eso es exactamente lo que hemos hecho todos los días, durante miles de años, ¿es extraño que el mundo en el que vivimos, apenas pueda sostenernos?

El padre de mi maestro, el gran cabalista del siglo XX Baal HaSulam, escribió extensamente sobre la necesidad de enviar a la gente de regreso a la escuela y reeducarla. Quiso decir que deberíamos aprender a trabajar con nuestro ego. Por el momento, usamos el conocimiento que tenemos para dañar a los demás y al hacerlo, nos dañamos a nosotros mismos. El coronavirus es sólo el primer ejemplo de los golpes globales que serán cada vez más frecuentes, hasta que nos demos cuenta de que no podemos dañar a los demás, pues también nos lastimamos nosotros. La envidia destructiva hacia nuestro prójimo, a nivel personal, social e internacional, nos está destruyendo. Debemos reeducarnos y satisfacer nuestra envidia, sólo cuando nos motive a crecer, pero no a expensas de los demás. Esto es lo que quiso decir Baal HaSulam cuando escribió que debemos volver a la escuela.

La educación parece un proceso lento y gradual, pero hay atajos que podemos tomar. Como todos somos parte de una máquina, cuando percibimos una idea, otros también comienzan a percibirla, incluso si no la escuchan de nosotros. Cuando transmitimos ese pensamiento a los demás, lo transmitimos mucho más allá de las personas con las que nos comunicamos, ya que la idea comienza a extenderse en la red humana por todo el sistema. El simple hecho de pensar en nuestra interdependencia y en la necesidad de detener nuestra envidia destructiva, envía ondas por el sistema que generan ese pensamiento en los demás. De repente, la gente empezará a hablar de eso, como si fuera su propia idea. Nadie lo sabrá, pero vino de ti. Cuando aprendamos a trabajar con la envidia de manera constructiva, nuestro camino hacia el éxito estará allanado.

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Un comentario sobre “Envidia: cuando el motor del crecimiento se convierte en agente de la destrucción
  1. Javier Casas dice:

    Volver a la escuela, es tarea de cada día en lo que mí respecta, fincar los pies en la Tierra cada nuevo amanecer y adoptar esta postura. Es cierto que los medios influencian en mí, al observar detenidamente la cualidad del prójimo puedo acercarme más a el, en lugar de querer de manera negativa lo que mis deseos solicitan. Darle vida y sentido a esta actitud es cuestión de esfuerzo que conlleva a proyectarme en nuevos estados donde parezco nacer de nuevo, desde ahí con la intención de conectar puedo influenciar en mí entorno. Creo que es cuestión de tiempo que la humanidad tenga claro cuales son sus verdaderos deseos. En lo contrario nos terminaremos autodestruyendo.

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