Hace algunas semanas fue el 77 aniversario de las Naciones Unidas, marcó la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas en 1945. La página web oficial del día afirma: “No hay otra organización mundial con la legitimidad [y] el impacto, de las Naciones Unidas. Ninguna otra organización mundial da esperanza a tanta gente, de un mundo mejor ni puede ofrecer el futuro que queremos. Hoy es apremiante y extremadamente urgente que todos los países se unan y se cumplan las promesas de las Naciones Unidas. El secretario general también dio un mensaje, afirmando que “Las ONU es producto de la esperanza”, pero hoy la ONU “está siendo probada como nunca antes”.
Diría que, de hecho, es hora de que la ONU cumpla con su carta. Es hora de que la ONU realmente reúna a los países, no simplemente espere que «se unan». Las esperanzas no se hacen realidad a menos que nos esforcemos por hacerlas. No sólo debemos atrevernos a soñar ¡también debemos atrevernos a hacer!
Estoy de acuerdo con las palabras del secretario general de que hoy la ONU está siendo puesta a prueba. Se le pide que actúe, que acerque a la gente y a las naciones y que no se conforme con charlas vacías, como si la ONU fuera un café donde la gente viene a conversar.
La humanidad tiene un gran problema que no puede ignorar. El mundo que nos rodea funciona de acuerdo con un conjunto de principios, mientras que la humanidad insiste en hacerlo de acuerdo con un conjunto diferente, que chocan con el mundo que nos rodea. Como resultado, todo lo que nos rodea se vuelve inhóspito y peligroso. El clima se está volviendo errático y extremo, el aire, el suelo y el agua se están volviendo tóxicos, los animales están muriendo, los cultivos de los que vivimos se están secando y la gente es cada vez más violenta. Es como si nos aferráramos a nuestra querida vida con una cuerda que nos impide caer por el precipicio, pero, a medida que la humanidad y la realidad avanzan en direcciones opuestas, la cuerda se tensa cada vez más y está a punto de romperse.
La realidad seguirá avanzando en su propia dirección. Las cosas se enredarán cada vez más; los sistemas que sostienen la vida, la sociedad en la que vivimos y también nuestro cuerpo, son sistemas complejos cuya confusión en el proceso de evolución, aumenta con el tiempo. Este proceso es irreversible, así como la vida en la Tierra no puede volver a la vida de criaturas unicelulares.
Por eso, la única forma de evitar que la cuerda se rompa es cambiar la dirección. Si dejamos de aislarnos y buscamos más conexión, sentiremos que ni la naturaleza ni la vida son hostiles. Descubriremos que nos apoyan, en lugar de luchar contra nosotros en la lucha por la supervivencia del más apto.
“Dar oportunidad a la paz” y “salvaguardar nuestro planeta”, según la declaración del secretario general, no pueden tener éxito sin una campaña mundial para fomentar la solidaridad y el interés mutuo, entre todas las naciones. Dado que los problemas de hoy son globales, las soluciones también deben ser globales.
En 2012, mi organización y yo participamos en una iniciativa de la ONU, para promover la educación para la conexión y la solidaridad en el mundo. El esfuerzo nunca se materializó en pasos concretos, pero la necesidad de ese esfuerzo, es más grande desde entonces.
Podemos esperar pasivamente y dejar que la naturaleza siga su curso, pero la naturaleza no tiene piedad. Si insistimos en servir a nuestro yo narcisista, mientras la naturaleza sigue su trayectoria holística, sufriremos las consecuencias de nuestra incongruencia con ella. Las guerras y crisis climáticas actuales son sólo el preludio de lo que se avecina, no son nada en comparación con lo que se nos viene encima, si nos estancamos en nuestra iniciativa.
Creo que no debemos esperar. Debemos iniciar el cambio; debemos entender que la única forma de hacer que la vida en la Tierra sea segura y placentera, es vivir de acuerdo con la naturaleza inclusiva que nos rodea. Creo que nos queda muy poco tiempo y ninguna otra opción.
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