Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Es posible el hambre hoy en el mundo?

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FRANCIA – Perpignan, 23/abr/22, estantes de supermercado. Aceite de rayón. Con escasez y vacío de aceite de girasol, sin producto en el estante, pero con presencia de otros aceites vegetales. (Reuters)

Cuando oímos hablar de crisis de hambre, suele referirse a los países más pobres y devastados por la guerra en África o Asia. Rara vez pensamos en crisis de hambre cuando hablamos de Europa o Estados Unidos. Pero últimamente son cada vez más las voces que advierten que, también en occidente podría haber hambre e incluso inanición.

No se trata de simples temores, sino de las medidas que los países están tomando para proteger a su población, a menudo a costa de otros países. La devastación, a causa de la guerra, de la cosecha de trigo y de aceite vegetal en Ucrania, fue sólo el comienzo. Ahora, la India también prohibió exportar trigo, porque la ola de calor devastó gran parte de sus cultivos y, muchos países están sufriendo escasez de alimentos y alza en los precios.

Cuando crecí en Rusia en los años 50, vivía en un barrio en el que todos tenían gallinas y cultivaba verduras y árboles frutales en su patio. En los patios de hoy, si se tiene la suerte de tener uno, difícilmente se encuentra terreno abierto para plantar.

Además, en aquella época había mucha menos gente que en la actualidad. En 1950, sólo había 2 y medio miles de millones de personas. Hoy, hay casi ocho. Sin alimentos suficientes, no sólo morirán de hambre miles de millones, también estallarán guerras que lo destruirán todo. Los hambrientos no tienen freno.

Para evitar este cataclismo, debemos detener el interminable afán de hegemonía y empezar a relacionarnos con la humanidad como una sociedad interdependiente. Para relacionarnos así con la sociedad, tenemos que entender por qué nosotros, la humanidad, estamos aquí. Si no entendemos para qué vivimos, no podremos planear nuestro futuro ni podremos tener buenas relaciones. En ese escenario, sin duda acabaremos en estados terribles.

Si pensamos en por qué estamos aquí, nos daremos cuenta de que no es para oprimir a los demás ni para enorgullecernos de nuestro poder. Por el contrario, estamos aquí para formar una sociedad armónica, por nosotros mismos. Así como la naturaleza construyó el universo como un sistema integral en el que todas sus partes se complementan, nosotros debemos construir una sociedad humana en la que todos nos complementamos. La diferencia entre la naturaleza y la humanidad es que la naturaleza lo hace por instinto, por un programa incorporado y nosotros tenemos que hacerlo con conciencia y con nuestro deseo.

Es decir, trabajamos al revés que la naturaleza. Cuando los animales están bien alimentados, descansan y no molestan a nadie. Pero nosotros, nunca estamos saciados. Queremos más de todo lo que tenemos, más de lo que tienen los demás y al final, lo queremos todo y nada para los demás. Por encima de esta naturaleza, debemos desarrollar una sociedad humana con base en reciprocidad y equilibrio, como lo hace la naturaleza. Como somos totalmente opuestos a ella, sólo podremos lograrlo con un esfuerzo consciente y colectivo.

Al hacerlo, descubriremos una realidad mucho más profunda y amplia de lo que podríamos imaginar con nuestra actual percepción egoísta. Descubriremos que el propósito de la vida no es revolcarnos en el ego, sino salir a una percepción de una realidad, donde todo esté interconectado y sea interdependiente y donde la vida sea una corriente sin fin.

Las guerras y las catástrofes que azotan nuestro mundo son el «látigo» que la naturaleza usa para hacernos salir de nuestro egoísmo innato y entrar en la percepción expansiva de la realidad. Cuanto antes empecemos a seguir este camino por voluntad propia, antes desaparecerá el látigo de la naturaleza y problemas como hambre, guerra y enfermedad, serán cosa del pasado.

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Un comentario sobre “¿Es posible el hambre hoy en el mundo?
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Gracias pir compartir. Estas reflexiones me han ayudado a ver que nada me pertenece, el desapego lo he tenido que vivir con fuertes sacudidas a ese monstruo estupido y rabioso que me despoja de mi voluntad. Se que solo en la voluntad de Dios, no pasaría. Vivo en constante distracción del ego. Y hoy me rindo no puedo sola pero con Dios lo lograré. Muchas gracias. DIOS los bendiga grandemente.

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