La orden ejecutiva del presidente Trump, que revierte la política de separar a los niños de sus padres que fueron enviados a la cárcel por cruzar ilegalmente la frontera, no fue sorpresa debido al revuelo internacional causado por la terrible experiencia de los niños. Pero, ¿qué sigue?
Es imposible ser indiferente a la crisis humanitaria de las últimas semanas, que afectó a más de dos mil niños. Las imágenes de niños que lloraban dentro de centros de detención similares a jaulas, tocaron una fibra sensible en mí y en el resto del mundo, mientras que las familias quedaron destrozadas.
Es comprensible que esos padres busquen oportunidades y un buen futuro para ellos y sus descendientes, cosa que no pueden encontrar en su país de origen. Pero, ¿qué harías si fueras el presidente de EUA y hubieras prometido a quienes votaron por ti que implementarías una política de tolerancia cero para detener la inmigración ilegal?
Eso es lo que millones de personas que llevaron al presidente Trump al poder esperan de él. Y es precisamente lo que él hace. Al cumplir sus promesas de campaña, trata de cambiar la economía, el comercio, el sistema financiero y la seguridad nacional, entre otras áreas.
Sin embargo, resolver la inmigración ilegal a EUA es uno de los dilemas más desafiantes. La solución permanente al problema ha sido postergada durante décadas. Tanto legisladores demócratas como republicanos la han ignorado.
Una sólida reforma migratoria que aliente y facilite la inmigración legal debería comenzar con un plan educativo. Los que soliciten un estatus permanente necesitarían inscribirse en sesiones de absorción para familiarizarse con la sociedad estadounidense, la historia del país, las normas sociales, la cultura, el idioma y sus leyes.
La clave es evaluar el verdadero deseo del solicitante de convertirse en parte integral de la sociedad y no aumentar los guetos culturales segregados en el país. La mayoría de los problemas con esos conglomerados culturales aislados vienen de un proceso de absorción inapropiado.
Además, esta situación no se limita a EUA. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó esta semana que, el año pasado, el número total de personas desplazadas en todo el mundo aumentó a un récord de 68,5 millones. Actualmente, ningún líder ni organización parece saber cómo manejar con éxito la integración de los inmigrantes en su respectivo país y sociedad, porque no existe la comprensión clara de lo que lleva a un desplazamiento a un escala tan grande.
¿Y cuál es el estado actual de las cosas y en última instancia, a consecuencia de qué? Es la consecuencia de un nuevo nivel de conexión e interdependencia entre países y pueblos. La humanidad, gradualmente, está borrando las fronteras, convirtiéndose en un crisol que necesitará aprender a compartir y respetar los valores comunes, desarrollando el sentido de destino común.
Esto no sólo es relevante para los inmigrantes. A medida que el mundo evoluciona, la sociedad humana en todo el mundo tendrá que participar en un nuevo proceso de aprendizaje y transformación que amplíe nuestra percepción del mundo a las necesidades de nuestro prójimo y nos lleve a comprender que dependemos de todos, no sólo para tener éxito, sino para sobrevivir.
Aún hay un largo camino por delante. Un país debería proteger sus fronteras, pero la humanidad continuará desarrollándose hasta convertirse en el futuro en un estado, en una familia global sin fronteras. Como Yehuda Ashlag, uno de los grandes sabios judíos del siglo XX, escribió en su libro Escritos de la última generación: «El mundo entero es una familia… y cada país está obligado a garantizar que no detendrá a ciudadanos que vienen de otro país y no cerrará sus puertas a inmigrantes ni a extranjeros».