Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Esclavos de nuestros propios miedos

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Gente se reúne para marchar durante la celebración del día de la libertad de los africanos americanos. Terrenos del capitolio del estado de Minnesota, en junio, se conmemora el fin de la esclavitud en Texas, dos años después de que la proclamación de Emancipación de 1863 liberó a los esclavos en otras partes de Estados Unidos, en San Paul, Minnesota, EUA, 19/jun/21. REUTERS / Nicholas Pfosi

¿Qué convierte al hombre en esclavo? ¿una cadena en su cuello que lo ata a su dueño? No sólo eso. Incluso quienes trabajan en puestos de prestigio en lujosas torres con cómodos accesorios esparcidos a su alrededor, son esclavos, aunque, en jaulas de oro. El Día Internacional de la Esclavitud y su Abolición, se conmemoró recientemente en el mundo. Pudo haber sido concebido con buenas intenciones, pero es inútil. Lo admitamos o no, todos somos esclavos.

Los esclavos no son sólo la cifra oficial de alrededor de 40 millones de personas desatendidas en los países en desarrollo, sino mucho más. Nuestro mundo no es libre; consciente o inconscientemente, siempre establecemos relaciones de amo y esclavo. O eres amo o eres esclavo. Todos intentan ejercer control sobre los demás y se resisten a ser controlados. No necesitamos estas medidas, porque cuando realmente las observamos, todos estamos esclavizados.

En sociedades competitivas como en EUA, por ejemplo, la gente puede ser despedida de su trabajo en un instante. Y sin dudas, sin ningún sentimiento. Esta inseguridad laboral y el miedo a perder el sustento, esclavizan a la gente a sus empleadores.

Si pudiéramos aceptar lo esencial y necesario para nuestra existencia, el mundo se liberaría del miedo al futuro, que es el elemento que nos hace esclavos. Sin esta certeza, el miedo al mañana aumenta y no hay escape, nos sentimos atrapados. El problema es que es imposible crear otra forma de vida. A lo largo de la historia hemos visto que todo, al final, se desintegra. Mientras no cambiemos nuestra actitud ante la vida, nuestro enfoque inherente y egoísta de explotación, siempre nos impulsará a dividir a la sociedad en amos y esclavos.

Lo que debe haber en lugar de esclavitud, es sólo amor, el sentimiento de que todos estamos cerca de todos. De lo contrario, la esclavitud nunca cesará porque se logra con opresión y la libertad se logra con amor. En el medio no hay nada, es sólo un truco.

Libertad es el sentido de amor mutuo, como entre el hombre y la mujer: que son interdependientes, unidos en lazos internos y si hay buen amor entre ellos, les quita cualquier sentido de subyugación. No es un simple sentimiento de lograr algo, sino un vínculo especial. Esas relaciones deben existir, en la familia y en la sociedad humana en su conjunto.

En este momento la humanidad aún trata de hacer pequeñas correcciones y promulgar legislación contra la esclavitud, pero así no arreglamos nada, todo lo contrario. Ocultamos la verdad y alejamos de nosotros las correcciones.

Por mucho que insistamos en que la libertad sólo se logra, evitando preocuparnos sin fin, por nosotros mismos, siempre podremos estar atentos y cuidar a los demás, dar todo lo que tenemos a todos los que lo necesitan, sin temor por nuestro bienestar, porque, todos se sentirán completamente seguros de que están rodeados de un entorno en el que cada uno se preocupa por los demás. Nuestra libertad radica únicamente en poder cambiar no la realidad misma, sino nuestra actitud hacia ella. Cambiar el objeto de nuestra preocupación, del beneficio propio al beneficio de los demás.

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Un comentario sobre “Esclavos de nuestros propios miedos
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Muchas gracias 🌹 bendiciones infinitas 🙏

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