Cuando, a principios del año pasado, estalló la Covid-19, la mayoría sentimos como si hubiéramos perdido la vida. Más exactamente, en realidad no perdimos la vida, pero perdimos nuestra capacidad de disfrutar la vida. Pues, si no puedes ir de vacaciones dos veces al año, ir de compras cuando quieras y a donde quieras, ir al cine, al restaurante y a parques de atracciones con los niños (o con un amigo, fingiendo ser niños otra vez), ¿Qué se disfruta en la vida? Peor aún, cuando el virus nos dejó a muchos desempleados o nos envió a una licencia prolongada, perdimos la seguridad financiera y nos volvimos reacios a gastar en lujos, aunque pudiéramos.
Ahora que las vacunas están aquí y podemos reanudar estas actividades, parece que no estamos seguros de cómo disfrutar tanto como lo hicimos. Algo cambió en nosotros, ya no estamos seguros de qué nos hace felices ni de si hay una verdadera felicidad.
Pero hay felicidad verdadera y está al alcance de todos. El año pasado nos «destetó», por así decirlo, de nuestra forma de disfrutar y nos preparó para una vida nueva y superior. Es posible que aún no nos demos cuenta, pero ahora que podemos volver a disfrutar de los placeres pasados, veremos que simplemente no son tan divertidos ni satisfactorios como antes.
Incluso nuestros celos por los demás parecen haber cambiado. Por supuesto, aún nos gustaría ser ricos, famosos y populares, pero estamos menos dispuestos a trabajar duro para lograrlo. No nos hicimos perezosos; simplemente crecimos y estos objetivos parecen…, bueno, un poco inmaduros.
Todo es preparación. Puede que no lo sintamos, pero está surgiendo en nosotros un nuevo tipo de placer. Aún está bajo la superficie, pero su impacto ya nos está afectando. Atenúa los placeres anteriores, ya no brillan como antes. Este nuevo placer que está surgiendo en nosotros, nos abarca, a nosotros y a todo lo que nos rodea. Y eso atenúa nuestro placer egoísta; es mucho más amplio que cualquier cosa que podamos imaginar actualmente.
Nuestra sociedad está cambiando porque nosotros estamos cambiando; nos sentimos cada vez más conectados y dependientes unos de otros y nuestra sociedad también está cada vez más conectada. Los placeres que surgen de esa conexión, no vienen sólo de mí, sino de mis conexiones con los demás. Por eso son tan potentes en comparación con los placeres que proceden de mi propio círculo diminuto.
Los nuevos placeres, que pronto comenzaremos a sentir, se derivarán de la calidad de nuestras conexiones con los demás. Mientras más cultivemos nuestros lazos, más relaciones positivas construiremos y más alegría fluirá en nosotros a través de la red que se está construyendo entre nosotros. En consecuencia, el placer que experimentaremos será completamente diferente: será el placer de dar a los demás.
No seremos sólo nosotros los que cambiemos. Toda la sociedad está cambiando. Otros disfrutarán dándonos tanto como nosotros disfrutaremos dándoles a ellos. Será una inversión completa de la mentalidad actual, donde cada uno piensa en su propio placer y es todo lo que nos interesa. En cambio, nada nos interesará excepto los placeres de los demás, pero no seremos deficientes de ninguna manera ya que otros estarán interesados en lo mismo hacia nosotros y disfrutaremos tanto dando a los demás como recibiendo de ellos. Será una sociedad tan diferente a la actual, que ni siquiera podemos imaginar lo satisfechos y contentos que nos sentiremos cuando la establezcamos. Ahora nuestro trabajo es sólo apresurar su inicio tanto como podamos.
Excelente 🌹 yo estoy en la mejor disposición y acción para dejar de resistirme sentir esa satisfacción de tener una vida con sentido. Muchas gracias 🌹 bendiciones infinitas 🙏 🌹
Y aquí estoy sentada con mi fiel amiga a mi lado yara se llama y es mi perrita. Es la que me despierta cada mañana, es la que hace salir a dar paseos diarios en el bosque es, es la que me invita a jugar con sus juguetes pero es también la que esta allí diariamente lamiendone las heridas de mi alma. Ella entiende cuando estoy contenta y cuando estoy triste. Es la única con quien comparto mis alegrías y tristrezas pues nunca me juzga.
Busco a Dios pero a veces pienso que no le importo y menos se quiere dejar encontrar por mi. Tal vez me lo merezco. Pienso que no soy una mala persona y sin embargo aquí estoy como ayer como el año pasado como los últimos 30 años.
Me imagino que he hecho algo tal vez en esta vida que no lo recuerdo o tal vez en otras por las que tengo que pagar eternamente.
Me duele, me duele mucho mi alma al ver que el tiempo pasa y que la misericordia aun no llega para mi alma.
No sé qué más hacer, no sé de qué otras formas tengo que pedir a Dios perdón por lo que sea que haya hecho que lo tiene tan molesto conmigo que cada día más me castiga con la soledad del alma.
Si alguien que lee esto tiene Su gracias pedid por mi alma pues para mi El tiene oídos sordos.