El otro día, tuve una conversación interesante con el físico, doctor Meir Shimon. Dijo que, si bien se sabe desde hace mucho tiempo que la materia está formada por partículas como electrones, protones y neutrones, hasta el desarrollo de la teoría cuántica, no se sabía que las fuerzas también y los bits, llamados ”quanta» (plural de quantum). Cuando le pregunté cómo es posible que algo no se divida en partes, el doctor Shimon respondió que la física es una ciencia empírica y que no hay evidencia empírica de que las fuerzas también vengan en quanta.
La conversación fue muy interesante, pero también destacó los límites de la ciencia. La ciencia, como el doctor Shimon enfatizó más adelante en la conversación, se ocupa de revelar leyes, pero nunca pregunta por la razón de la existencia de las leyes.
Precisamente aquí es donde la sabiduría de la Cabalá llena el vacío. La Cabalá se ocupa no sólo de cómo suceden las cosas, sino y, ante todo, de por qué suceden. Por eso Cabalá ve muy claramente por qué la energía viene en quanta y no tiene que ver con la luz, la fuerza, sino con nuestra percepción de ella.
La Cabalá explica que no podemos percibir nada, a menos que se destaque sobre un fondo marcadamente diferente. No podemos percibir algo si siempre está ahí, si es inmutable. Por eso, para detectar la existencia de algo, también debemos detectar su opuesto o al menos, cambios en la presencia de lo detectado. Siempre que algo se manifiesta, lo hace sobre el telón de fondo de su opuesto. Por eso, nuestro universo percibido se divide en quanta, bits, niveles.
La sabiduría de la Cabalá abre las fuerzas que ponen en movimiento todo lo que percibimos con nuestros sentidos físicos. La ciencia se ocupa de lo que percibimos, la Cabalá se ocupa, en primer lugar, de por qué percibimos lo que percibimos, cómo podemos cambiar la forma en la que lo percibimos y luego habla de lo que percibiremos si cambiamos nuestras cualidades, nuestros sentidos. En la raíz misma de la realidad, la sabiduría de la Cabalá descubrió que no hay fuerzas, sino disposiciones, tendencias. Aquí también hay opuestos: la tendencia a dar y la tendencia a recibir o simplemente, egoísmo y altruismo. Cuando estos opuestos interactúan, se manifiestan como dar y recibir, intermitentemente, por eso, todo lo que vemos parece estar presente y ausente de manera intermitente, claro u oscuro, cálido o frío, etc.
Aunque, en verdad no hay nada de eso. Todo lo que existe son las dos disposiciones que crean fuerzas, materia y todo lo que sucede entre ellas.
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