Primero, ¿qué es la historia? La historia es la evolución de los deseos.
Comienza con los deseos más pequeños y simples de cada individuo: comida, sexo y familia. Los deseos aumentan y se manifiestan en la sociedad como: dinero, honor, control y conocimiento, nos desarrollamos socialmente en comunidad, relaciones urbanas, estatales y finalmente, globales.
Vemos que la gente lucha según el grado de desarrollo de los deseos. Primero, en nuestros asentamientos, luego, en pequeños estados. Finalmente hicimos alianzas para poder seguir midiéndonos y este proceso nos trajo a lo que hoy tenemos.
¿Y qué tenemos hoy?
El nivel actual de desarrollo de los deseos nos lleva a la conciencia creciente de nuestra interconexión e interdependencia global y nos muestra la futilidad de nuestras luchas.
Digamos que un país se aísla del mundo. ¿qué le sucederá?
No nos damos cuenta del alcance total de lo que resultaría de ese fenómeno. El mundo se detendría. Nos afectaría en múltiples niveles, desde las capacidades más básicas para manejar herramientas y electrodomésticos simples, hasta falta de disponibilidad de ciertos alimentos, además dificultades económicas y otros fenómenos. En resumen, el mundo se apagaría.
No tenemos idea de nuestra interdependencia real ni de la fragilidad de nuestra vida. Hoy no podemos tener una guerra mundial, porque ningún país puede proveerse a sí mismo. Hay dependencia mutua entre los países a nivel de lo esencial para la supervivencia.
Piensa en la evolución humana como en un edificio que empezamos a construir hace muchos miles de años. En la planta baja teníamos huerta, bodega y plantábamos nuestros productos, es decir, teníamos capacidad de autoabastecer nuestras necesidades diarias. Hoy vivimos en el piso veinte del edificio y ya no podemos vivir como antes, en la planta baja.
Recuerdo mi infancia en el pequeño pueblo de Vitebsk con una población de un cuarto de millón de habitantes. Teníamos una pequeña parcela y una gran bodega donde guardábamos papas, coles, ajos y cebolla, como se hacía en aquella época. Preparábamos los productos desde un año antes, para que la familia no pasara hambre y la mayoría hacía lo mismo.
El mundo de hoy es totalmente diferente. Hoy tenemos áreas residenciales importantes y ciudades con poblaciones de millones de personas. Si los sistemas que proveen lo esencial se descomponen, habría crisis a escala global. No entendemos lo que sucedería si un par de países grandes, de repente, se volvieran disfuncionales.
Por eso, si queremos lograr un cambio positivo, tener un mundo más armónico y pacífico, debemos aumentar la conciencia de nuestra interdependencia global cada vez más estrecha, entender que los miles de millones, en este pequeño planeta, estamos en el mismo barco y debemos relacionarnos con los demás como con nosotros mismos o al menos, como con miembros de una familia global.
La historia nos lleva a conectarnos cada vez más. Para entender positivamente nuestra creciente conexión, debemos aprender cómo funciona nuestra naturaleza en el proceso: nacimos con una naturaleza egoísta que desea beneficio a expensas de los demás y de la naturaleza y nunca podremos estar verdaderamente satisfechos mientras vivamos así, además, sufrimos cada vez más bajo su mando.
Con mayor conciencia de nuestra naturaleza, aprenderemos a permutarla por una nueva, a entender nuestra creciente interconexión e interdependencia con fraternidad, es decir, cambiar nuestra naturaleza de egoísta a altruista. Si ajustamos la influencia educativa, mediática y social para buscar el cambio, de egoísmo a altruismo, sentiremos una conexión cada vez más estrecha, como una forma nueva e inmensa de satisfacción, felicidad y confianza que llenará nuestra vida. Si no lo hacemos, seguiremos desarrollándonos con sufrimiento creciente.
En resumen: Ama a tu projimo como a ti mismo. Creo que no somos lo suficienetemente imteligentes para aprender este concepto tan antiguo.
En resumen: Ama a tu projimo como a ti mismo. Creo que no somos lo suficientemente inteligentes para aprender este concepto tan antiguo.
Esa concepción egoista del hombre es la causa de todos sus males Atte
Jose Rafael Caballero Miranda