“Una nueva forma de moneda digital, está surgiendo dentro del mundo de bienes raíces”, informó Fox Business el 21 de marzo. “El resultado es que se acaba de comprar una propiedad en la que, en realidad, nunca se podrá vivir». La casa virtual, creada con una nueva tecnología de cadena de bloques, llamada Non-Fungible Token (NFT), (Token no fungible), cuesta más de $500,000 -muy reales- dólares estadounidenses.
Aún más asombrosa es la historia de Reuters, que «una obra de arte digital de Sophia, robot humanoide, se vendió en una subasta… por $688,888 en… la última señal del frenesí en el mundo del arte NFT». De hecho, la realidad virtual se está imponiendo.
Pero si lo piensas, todo es virtual. Piensa cómo vivía la gente hace cincuenta o sesenta años, ¿no era su entretenimiento en gran parte virtual? Llegaban a casa del trabajo y se relajaban en el sofá con un libro o veían la televisión. El mundo al que se desplazaban era virtual, inventado por el autor o el guionista.
Si iban al cine, la película presentaba un mundo virtual que existía sólo mientras se reproducía e incluso entonces era real sólo en la medida en que la gente en el cine “compraba” la historia. Sin embargo, el dinero que la gente pagaba para ir al cine o comprar el libro, era dinero real. O sea, de hecho, nada cambió, excepto los medios; la ilusión es la misma.
Nuestros pasatiempos siempre han sido con base en la ilusión, pero lo que produjeron fue muy real: sentimientos. Tal vez, nunca sepamos si lo que percibimos es realmente como lo percibimos o si es una especie de ilusión, pero siempre podemos decir lo que sentimos, eso es realmente lo único que nos importa (incluso si no lo admitimos). Los sentimientos nos gobiernan; ellos deciden lo que hacemos y pasamos la vida buscando formas de sentirnos bien. Si nos sentimos bien, la vida es buena; si nos sentimos mal, también así sentimos la vida.
Cuando algo nos hace sentir bien, no nos importa si es físico o virtual; si lo disfrutamos, lo queremos. Si tengo medio millón de dólares y los gasto en sentirme bien y una casa virtual me da esa buena sensación, no hay razón alguna para no gastarlo.
Así que, no debemos tratar con condescendencia a la gente que gasta una fortuna en arte virtual o pasan horas en juegos virtuales. Finalmente, nosotros también somos gobernados por nuestros sentimientos. Esta es la verdadera lección que debemos aprender del deseo de la gente de comprar una casa, donde nunca pondrá un pie.
Buen día, exactamente así actúo robotizada controlada x mis sentimientos, emociones luchando x tener un cambio drástico de personalidad. Confundida no quiero aceptar la «ilusión» me pierdo en querer entender humanamente. Y como desarrollar la espiritualidad. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🌹🙏