Entrevista tras entrevista, comediante tras comediante, todos intentan ser graciosos, hacernos reír. Realmente no necesitan recorrer un largo camino para hacerlo. Lo que tienen que hacer es encontrar un tema de actualidad, invitar a adivinar o hablar de cierta persona y arrastrar sus nombres por el barro, hasta que pierda el respeto ante los ojos de la audiencia.
Más que nada, el humor de los medios es una señal de deshonra para nuestra sociedad. Y la alta calificación que obtienen, sólo demuestra que estamos peor. La verdad es muy simple: si encuentro gracioso el dolor de otro, no soy una buena persona. Puede que no sea fácil de reconocer, pero a menos que sepamos la verdad, nunca cambiaremos.
La burla no es humor; desahoga nuestro veneno en la atmósfera y envenena el aire con nuestra mala voluntad. Más tarde, no debería sorprendernos que no podamos confiar en nadie, que tengamos miedo de todos y que nos sintamos solos y deprimidos. Ayudamos a construir esta atmósfera con nuestra mente sucia.
El verdadero humor es un regalo. Cuando ves a una mascota haciendo cosas divertidas o cuando tu bebé hace cosas de bebé, es muy divertido y es de buen humor, porque surge de nuestro amor por ellos e incluso lo aumenta. Además, cuando el humor nos ayuda a afrontar las dificultades, es un verdadero regalo.
Los medios que presentan un “entretenimiento” burlón, tampoco son nuestros amigos. Estos programas nos adoctrinan para que seamos cínicos, mezquinos y antipáticos, exactamente lo contrario de lo que necesitamos para construir una vida feliz. No deberíamos dar a estos programas la calificación que reciben y ciertamente, no deberíamos idolatrar a los presentadores de programas de entrevistas o comediantes que se burlan de sus invitados. No son nuestros amigos y no tienen nuestro interés en mente. Mientras más crueles nos hacen ser unos con otros, más se benefician y más infelices nos volvemos.
Incluso podemos usar el humor para la crítica constructiva, pero primero debemos asegurarnos de que amamos a la persona a la que criticaremos y luego usar el humor como la forma más inofensiva de hacer sugerencias. Sin embargo, aquí debemos tener mucho cuidado, ya que nuestra mala voluntad se regocija en las oportunidades de «ofrecer buenos consejos», cuando en realidad se esfuerza por reprender y ser condescendiente.
Con humor, la regla general es: cuando te acercas a la gente y aumenta el afecto, es bueno. Cuando nos distingue y aumenta la burla, es malo y debemos rechazarlo.
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