Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Imagina que tu hijo no es realmente tuyo

padres hijos familiasImagine a un hombre que se convierte en padre de un bebé después de muchos años de ansiar tener un hijo. ‎El anhelo intensifica el amor del padre por su hijo y lo sumerge de lleno en la paternidad. Sostiene a su bebé después de la comida para que pueda eructar, le habla y le cambia los pañales. A medida que su hijo crece, le enseña todo lo que sabe, lo lleva a las prácticas de las ligas menores y junto con los otros padres, le anima orgulloso en los juegos. Cada vez que su hijo se mete en problemas en la escuela, con otros niños o compañeros de equipo, lo escucha y le da algunos consejos paternales. Y todas las noches, antes de que se duerma, se sienta junto a su cama y le lee un cuento.

El padre está tan orgulloso de su hijo que sus amigos en el trabajo se burlan de él. Dicen que piensa que no hay otros niños en el mundo, excepto el suyo y como lo ama tanto, no le gustan los otros niños. El padre se ríe, pero admite que, como con cualquier broma, hay algo de verdad.‎

Un día, dos policías y una trabajadora social llaman a su puerta y le muestran documentos que prueban que hubo un terrible error y que dos bebés fueron cambiados al nacer. Su hijo no es su hijo, es de otra persona y los padres biológicos de su hijo ya fueron notificados y quieren que se vaya a vivir con ellos lo antes posible. Su hijo biológico, también quiere conocerlo y vivir con él. La trabajadora social y los oficiales explican que su hijo tendría que irse a vivir con sus padres biológicos.‎

Puede que no seamos conscientes, pero la tragedia del padre es muy similar al proceso que vive la humanidad, con una gran diferencia. En el caso del padre, la pérdida es insoportable. En el caso de la humanidad, estamos a punto de descubrir el hijo desagradable que tenemos y el hijo maravilloso está a punto de reemplazarlo.‎

El hijo de extraños que hemos criado es nuestro ego, nos exige todo y no siente gratitud. Cada vez que le damos algo, exigía más. Finalmente, exigió más de lo que podemos darle; agotamos el suministro; nos quedamos sin dinero, sin recursos y sin fuerzas.‎

Y aún hay más, nuestro hijo -el ego-, nos incita contra los demás niños, los hace verse horribles a nuestros ojos y nos hizo odiarlos, a ellos y a sus padres. Incluso nos hizo luchar. Nos cegó y no vemos que realmente necesitábamos a esos otros niños y padres, que nos dieron todo lo que tenemos: trabajo, compañía y todo lo que necesitábamos en la vida.‎

Y como llegamos al final de nuestras fuerzas, comenzamos a abrir los ojos y vemos que el ego no es nuestro hijo amado, sino un monstruo. Aún más importante, empezamos a entender que realmente, no es nuestro hijo y nada nos une a él, excepto sus mentiras sobre nuestra conexión. Poco a poco, descubrimos que nuestros verdaderos hermanos son los demás. Ellos, la humanidad, son nuestra verdadera familia.‎

Ahora que vemos la verdad, podemos tener una nueva actitud hacia los demás. Empezaremos a dar pequeños pasos. Pero a medida que más y más gente reconozca la verdad sobre su ego y sobre su actitud hacia los demás, aprenderemos a caminar juntos con más confianza. Aprenderemos a preocuparnos por los demás, donde antes sólo sentíamos indiferencia o incluso despecho. Dirigiremos nuestra malicia hacia nuestro enemigo interno y al hacerlo, derrotaremos a nuestro único enemigo, nuestro hijo falso, el ego.‎

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Publicado en: News
2 comentarios sobre “Imagina que tu hijo no es realmente tuyo
  1. Elizabeth dice:

    Muchas gracias, Excelente metáfora y enseñanza, no cabe duda de que justo en éste momento transitamos como humanidad en ese proceso de despertar,

    que pronto demos ese paso que nos traerá alegría verdadera.

  2. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Extraordinario reflexión!!! Así he vivido con este monstruo estupido y rabioso que yo me fui un día y le deje todo de mi a su cargo y hoy que se que a ese monstruo solo Dios y yo podemos ponerlo en el lugar justo. Fuera del centro de mi vida. Es una tarea diaria, sola no podría. Muchas gracias por compartir. Dios los bendiga grandemente.

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