El IMF estudió varios factores para determinar qué nación es la más feliz. Entre ellos están: PIB (Producto Interno Bruto), desigualdad de ingreso, libertad de elegir su vida, confianza y capacidad de contar con los demás, confianza en las instituciones públicas, esperanza de vida saludable, bienestar y generosidad. Parece plausible que estos factores tengan un papel importante en determinar la felicidad de la gente, pero en realidad, pasan por alto un factor clave, sin el cual todo el proyecto carece de sentido: las expectativas de la gente, es decir, lo que cada uno percibe como felicidad, en contraposición a lo que perciben los autores de la encuesta.
Por ejemplo, si a la gente no le molesta la desigualdad de ingresos, no se sentirá feliz si tiene más que otros, ni infeliz si tiene menos. Lo mismo ocurre con la confianza: Si se conforma con confiar en los miembros de su familia y no espera nada más, entonces, aunque el país esté clasificado entre los más corruptos del mundo, no hará que sus habitantes sean más desgraciados. Aparentemente, la encuesta fue concebida por mentes occidentales y clasifica la felicidad de los países según lo que las mentes occidentales consideran importante para la felicidad. Pero las mentes occidentales no son la verdad objetiva.
La verdad es que no existe una verdad objetiva; no se puede comparar la felicidad de diferentes personas ni entre países ni entre épocas. Dicho esto, individualmente, la gente puede determinar si es feliz o no. Podemos medir nuestra felicidad, calificarla, compararla con etapas anteriores de nuestra vida y planificar cómo ser más felices, porque en nuestro interior sabemos lo que nos hace felices. En pocas palabras, somos felices cuando conseguimos lo que queremos. Cuando nuestros deseos están satisfechos, nos sentimos felices. O tal vez, debería reformularse: nos sentimos satisfechos.
Lamentablemente, nunca estamos contentos, ni podemos estarlo. Nuestros sabios ya dijeron en el Midrash (Kohelet Rabbah): «Nadie se va del mundo con la mitad de sus deseos satisfechos, porque quien tiene cien quiere doscientos; quien tiene doscientos quiere cuatrocientos». En otras palabras, la naturaleza humana niega nuestro placer. Si estuviéramos contentos con lo que tenemos, no habríamos tenido civilización, porque no sentiríamos ningún impulso para mejorar la vida. Como resultado, no tendríamos tecnología ni ideales sociales nobles sobre lo que hace feliz a la gente. Así que, según los propios criterios del IMF, no seríamos felices. Pero, si no quisiéramos todo eso que se dice que nos hace felices, ¿por qué, no tenerlo, nos haría infelices?
La aparente trampa se resuelve si entendemos, no lo que nos hace felices, sino lo que nos hace verdaderamente felices. Si alguna vez has visto a una madre con un bebé recién nacido, sabes lo que es ¡el placer de complacer a los demás! Incluso cuando el bebé está profundamente dormido, bien arropado y con su pancita llena, su madre lo observa, sin necesidad, arregla su manta y sonríe. Nadie es más feliz que una madre que satisface las necesidades de su bebé.
Si nos esforzamos por complacer los deseos de los demás, del mismo modo que la madre se esfuerza por complacer a su bebé y los demás se esfuerzan por hacer lo mismo con nosotros, todos seríamos feliz. Tendríamos un sinfín de deseos que complacer, las necesidades personales de todos estarían siempre satisfechas al máximo y todos estarían siempre complaciendo a los demás. La felicidad que puede inducir un estado mental así, no tiene fin.
No es milagro, sino un cambio psicológico. En lugar de centrarnos en nuestros propios deseos, tenemos que centrarnos en los deseos de los demás y ellos en los nuestros. Es todo lo que se necesita para cambiar el mundo y hacer que todos nosotros, todo el mundo, seamos real y eternamente felices. Y no necesitaremos informes que nos digan si somos o no felices; lo sabremos por nosotros mismos.
Buen día, efectivamente, en México difícilmente pasaría ésto, la envidia, avaricia, y sobretodo la falta de conciencia. Pero tengo Fé que si muchos no quieren también somos más los que estamos dispuestos al cambio. Muchas gracias 🌹Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏🌹🌹