Judío es aquel que desarrolla la cualidad de otorgar y amar a los demás como está escrito en la Torá, es decir, alcanza el estado de “ama a tu prójimo como a ti mismo” y “el amor cubrirá todas las transgresiones”.
La fuerza positiva que recibimos es para que nos elevemos por encima de la fuerza egoísta negativa, que existe en cada uno. Si es así, no odiaremos la fuerza negativa, nos relacionamos con ella con comprensión.
La fuerza egoísta negativa es la naturaleza humana con la que nacimos, aunque también recibimos la fuerza altruista opuesta, que coronamos sobre el ego. El control de la fuerza altruista positiva sobre la fuerza egoísta negativa nos lleva a un grado único, donde el deseo de recibir (fuerza negativa) se unirá a la intención de dar (fuerza positiva) y con estas dos fuerzas unidas, nos haremos bien mutuamente.
Eventualmente, entre esas dos fuerzas, podremos investigar, reconocer, comprender y percibir la naturaleza. Veremos que esas fuerzas vienen a nosotros de la misma naturaleza y al lograrlas, llegaremos a percibir y sentir su singularidad. Nuestro objetivo es alcanzar la unidad de la naturaleza, formada por ambas fuerzas -positiva y negativa- y adherirnos a su fuente absoluta.
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