El pasado diciembre, Israel estrenó nuevo gobierno. El año pasado fue horrible para Israel: Treinta israelíes fueron asesinados por terroristas, muchos más que en años anteriores, la inflación aumentó, el estatus internacional de Israel se desplomó, los maestros en masa abandonan el sistema educativo y nadie los reemplaza, la división entre religiosos y seculares y entre progresistas y conservadores crece y, esta es una lista muy parcial.
Está claro que el nuevo gobierno tendrá muchos arreglos que hacer. El peor problema es que el gobierno saliente da la sensación de que nadie está al mando y cualquiera puede hacer lo que quiera. No sólo aumentó el crimen, también la audacia de los criminales es increíble, cometen crímenes a plena luz del día, sin siquiera tratar de ocultar su identidad. El principal problema es gobernabilidad o, falta de ella.
En consecuencia, lo primero que el nuevo gobierno debe hacer es que la gente sepa que hay un nuevo gobierno y que no tolerará lo que toleró el gobierno anterior. Hay que elevar la disuasión a niveles mucho más altos de los actuales, porque de momento no hay. Cuando hay disuasión, hay menos delitos, menos presión sobre la policía y como resultado, mejor actuación policial. Si tuviera que resumir la tarea del nuevo gobierno en dos palabras, serían: ley y orden y podría agregar, mano firme.
Pero, a pesar de su importancia, hay algo igual de importante, aunque totalmente ignorado, pero que el nuevo gobierno debe desarrollar. Es el único valor que todos evitan: unidad nacional. En el Israel de hoy, todos se ocupan en demostrar que tienen razón y que los demás están equivocados. El resultado es que nadie está convencido y todos se atrincheran más en sus posiciones y añaden odio a su convicción. En ese estado, cualquier intento de remediar la situación en Israel es inútil.
La cada vez más profunda división en la sociedad israelí, no es sólo un problema que el nuevo gobierno debe resolver; es la raíz de todos los problemas. Toda crisis que afecte la vida de los israelíes se desvanece, cuando hay sentido de cohesión social.
Cuando hay preocupación mutua, no hay pobreza. Cuando hay cohesión, no hay división y ciertamente no hay crimen. Cuando hay solidaridad y unidad, la disuasión militar de Israel se multiplica. La educación será mejor y mejor distribuida cuando la gente no sólo se preocupe por la escuela de sus hijos, sino por todo el sistema.
Cuando un gobierno busca mejorar la cohesión social y el bienestar de la nación, en lugar del estado actual donde los partidos se preocupan sólo por el sector que los eligió, es mucho más fácil unir a la gente. Aunque, para que suceda, la unidad debe estar abiertamente sobre la mesa, como un tema de máxima prioridad en la agenda de las reuniones importantes: en las que se decide el presupuesto y se formulan las leyes.
Cada nación tiene su “identidad nacional”. La de Israel debe ser “Ama al prójimo como a ti mismo”. Ese es el lema que le dimos al mundo en la antigüedad y se nos ordenó vivirlo y dar ejemplo. El amor a los demás es la base de nuestra nación, porque lo logramos cuando dejamos la alienación y la hostilidad y merecimos el estatus de nación. En estos días, que, una vez más, estamos divididos y llenos de odio, no merecemos el título de “nación”.
Para concluir, quiero felicitar al gobierno entrante y recalcar que debe tener mano firme e implantar la ley y el orden, pero no para oprimir a los rivales políticos, sino para inspirar educación hacia la unidad, responsabilidad y preocupación mutuas.
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