Foto: Giorgia Meloni, líder de los Hermanos de Italia, sostiene un cartel en la sede de la noche electoral del partido, en Roma, Italia, 26/sep/22. REUTERS/Guglielmo Mangiapane/
“La alianza de derecha que ganó las elecciones nacionales de Italia, marcará el comienzo de una rara era de estabilidad política para resolver una serie de problemas que asedian a la tercera economía más grande de la zona del euro, dijo el lunes una de sus principales figuras”. Así comenzó Reuters su reportaje sobre las recientes elecciones generales en Italia, donde Giorgia Meloni, líder del partido Hermanos de Italia, ganó por un margen sustancial, que le permitirá encabezar el «gobierno más derechista de Italia, desde la guerra mundial» Europa y Estados Unidos están preocupados y también deberían estarlo los judíos, a pesar del evidente apoyo de Meloni a Israel.
Creo que el enfoque de Meloni no es extremista. Diría que está muy asentado, sobre todo porque es mujer y una mujer líder es preferible a un hombre líder.
Dicho esto, la historia prueba que la tendencia de intensificar el nacionalismo tiene un potencial explosivo. La tendencia no es exclusiva de Italia; se está extendiendo por Europa, Rusia y potencialmente puede llegar a Oriente Medio, con sus regímenes ortodoxos fanáticos.
Las consecuencias de este proceso, potencialmente, pueden conducir a otra guerra mundial. De hecho, ya estamos al borde. Por el momento, no veo ningún deseo de mitigar la creciente separación. Por el contrario, cada país aumenta sus quejas contra la eurozona. Italia, Hungría, Rumania y otros países que formaban parte de la Unión Soviética están en desorden y la libertad de expresión y la democracia no se han establecido adecuadamente. Por eso, por el momento, una Europa sin fronteras no es realista y la unión se tambalea.
En general, el fortalecimiento de la derecha no es necesariamente malo. Centrarse más en la unidad nacional puede ayudar a implantar orden en los países. Sin embargo, el equilibrio es muy delicado y el régimen puede caer en el fascismo extremo.
Por cierto, el fascismo de Italia durante la Segunda Guerra Mundial no fue inherentemente extremista y no estoy seguro de que Italia esté en peligro de tener un tirano fascista. Sin embargo, no estoy tan seguro de otros países, pues algunos países de Europa saltarán alegremente al fascismo en su forma más agresiva.
Aunque no es demasiado tarde; podemos dejar atrás la pendiente, si Europa es consciente del peligro del nacionalismo extremo y elige unidad, una unidad sincera, en lugar de aislarse. No creo que ese cambio de mentalidad se pueda hacer fácil ni rápido, pero si Europa no comienza, ciertamente nunca lo logrará y si no lo logra, la Unión Europea se disolverá, posiblemente de modo muy violento.
En cuanto a los judíos, la situación es precaria. Como en cualquier crisis, los judíos están condenados a ser el objetivo cuando las cosas salen mal. A pesar del enfoque favorable de Meloni hacia Israel, cualquier acontecimiento adverso tendrá impacto negativo en los judíos. Puede ser fascismo, comunismo o socialismo, eso importa poco; cuando las cosas van mal, los judíos sufren.
Sin embargo, a diferencia de otras naciones, los judíos determinan su destino. Si nos unimos, no nos pasará nada malo. Si seguimos divididos como lo estamos hoy, el daño nos llegará sin importar lo que hagamos. Nuestra condición es muy clara: si nos odiamos, el mundo nos odia. Si nos abrazamos, el mundo nos abraza. Nuestros sabios han puesto énfasis en este punto a lo largo de los siglos y la historia misma muestra que la correlación entre nuestra preocupación mutua y la relación del mundo con nosotros, es innegable e inmutable.
Para obtener más información sobre este tema, lee mi libro La elección judía: Unidad o antisemitismo y mi última publicación: Nuevo antisemitismo: mutación de un odio antiguo.
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