Si no dedicamos la vida a seguir algún camino, perdemos el tiempo en otros objetivos y terminamos sin nada o vivimos como animales sin ningún objetivo superior. Pero, nosotros no determinamos si seguimos o no un propósito superior. Está determinado en nuestros deseos.
Personalmente nunca traté de perseguir riqueza ni poder ni fama, porque no quise perseguir objetivos corporales que terminarían junto con la vida. Hoy ya tengo más de setenta años. Digamos que me quedan otros diez años de vida. ¿Qué sigue? Si busco objetivos corporales, me quedaré sin nada y todo acabará ¿qué debo hacer en estos diez años?
Una respuesta común a esta pregunta para gente de edad avanzada es, cuidar su jardín, cultivar flores, ver televisión y disfrutar de sus hijos y nietos. De ninguna manera estoy en contra de hacerlo. La sabiduría de la Cabalá nos obliga a participar en la vida cotidiana, pero el propósito de la vida debe seguir siendo la estrella del norte que nos guía.
Una noción clásica es que la gente mayor tenga a sus hijos cerca para que le den un vaso de agua en su vejez. Pero ¿qué diferencia hay en cómo se muere? ¿qué sigue si los hijos nos llevan o no agua en la vejez? De cualquier forma, ahí termina todo.
Por ejemplo, digamos que vivo en un asilo especial de cinco estrellas, con cuidadores que me miman como a un niño pequeño, me asean y me alimentan con biberón hasta que felizmente me quedo dormido en sus brazos, calmado por el sueño reparador eterno, ¿eso es todo lo que queda de mí? ¿para eso viví mi vida?
De hecho, la mayoría de la gente piensa en vivir los últimos años lo más cómodo posible. Pero aquellos a quienes se les concedió el deseo de descubrir el propósito de la vida y estudian Cabalá, entienden que si no encuentran el propósito de la vida, la vida actual no les sirvió de nada y sería mejor si no hubieran existido.
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