Sin embargo, creo que nos apresuramos un poco a sacar conclusiones. Aún no somos lo suficientemente conscientes de cómo debemos relacionarnos y la carrera imprudente para eliminar las limitaciones, podría producir una respuesta muy negativa. Aún no estamos fuera de peligro, especialmente porque aún no sentimos qué tan cerca o lejos deberíamos estar unos de otros.
El virus es muy ágil, muta fácil y rápido y ahora es mucho más contagioso de lo que era cuando apareció por primera vez. Dado que no sentimos lo lejos que debemos estar uno de otro, mantenernos a dos metros de distancia de esta persona y a diez de esa otra, no sabemos cómo comportarnos.
Además, incluso cuando las vacunas funcionan, no inoculan al cien por cien y sólo son efectivas por unos seis meses. Por eso, no veo motivo de celebración.
Como he dicho innumerables veces, la naturaleza es más inteligente que nosotros; exige que revisemos nuestra conducta. Por eso nos envió el coronavirus y seguirá atormentándonos (en varias formas) hasta que cumplamos con la demanda de la naturaleza.
Actualmente, cada vez que levantamos las restricciones es para volver a la forma de vida de antes: egoísta y sin consideración a los demás ni al entorno. Esta es exactamente la razón por la que estalló la pandemia: para obligarnos a transformar nuestras relaciones. Si volvemos a la forma de vida anterior cada vez que levantamos las limitaciones, el virus seguirá regresando y será cada vez más virulento y violento. Hasta que comencemos a usar la distancia forzada para construir relaciones positivas, para entender nuestra dependencia mutua y la necesidad de cuidarnos unos a otros, podremos comportarnos de modo más reflexivo y no necesitaremos un virus para evitar hacernos daño unos a otros.
Pero, debemos empezar a pensar que, al mantener la distancia, no nos protegemos a nosotros mismos, sino a los que mantenemos alejados. Es decir, si nosotros, colectivamente, cultivamos la mentalidad en la que nos veamos como infectados (que somos asintomáticos) y que debemos mantenernos alejados de otros para no infectarlos, dejaremos de infectarnos unos a otros. Si lo hacemos, el virus desaparecerá en cuestión de semanas. Pero, aún más importante, habremos tenido éxito en nuestro primer ejercicio de responsabilidad mutua.
Este ejercicio demostrará que sólo con responsabilidad mutua podemos construir una sociedad segura y exitosa y desearemos cultivar esa mentalidad en lugar de la reverencia que tenemos actualmente por el individualismo extremo y el narcisismo.
Nuestra salud física (y emocional) depende de nuestra salud social más que en cualquier momento anterior. Si queremos estar sanos, primero debemos curar a nuestra sociedad del ego corrupto. Debemos aprender a apreciarnos y gradualmente, a regocijarnos en nuestras diferencias. Debemos llegar a ver que la diversidad de la sociedad humana es necesaria para su fortaleza y que, si no logramos pensar, ver y actuar de manera diferente, nadie por sí mismo puede desarrollarse y tener éxito, pues sólo nos desarrollamos en contacto y comunicación con los demás. Cuando nos demos cuenta de esto, podremos construir una sociedad sana y equilibrada y el virus realmente desaparecerá.
Buen día, sería lo mejor que hiciera, actuar responsablemente con mi vida evitaría dañarme y dañar a los demás. Se que el ego que tengo es un monstruo estúpido y rabioso y es mi tarea de «solo x hoy» de prioridad a la espirualidad. Muchas gracias 🌹 bendiciones infinitas 🙏 🌹