Deberíamos saberlo mejor. Los judíos siempre han sido culpados por los problemas del mundo. ¿No fueron culpados por la peste negra en la Edad Media? ¿no se les culpó por los problemas de Alemania, antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial? Y cuando a los judíos no se les culpa por algo tan trágico como la peste negra, aún se les culpa por cada pequeño dolor. De hecho, los judíos son odiados, incluso cuando no hay nada en absoluto para culparlos.
En estos días, la tendencia es culpar a Israel por el incremento del antisemitismo, como si Israel o la política del gobierno israelí influyera en lo que siente el mundo por los judíos. Nací en Europa del este, justo después de la guerra; casi toda mi familia pereció en el Holocausto. No había un estado de Israel para culpar y mi familia, ciertamente no causó la caída de Alemania en la Primera Guerra Mundial, pero fue asesinada. Su única «culpa» fue, ser judíos. Una vez que es legítimo asaltar a los judíos, no se necesita pretexto y ninguna brutalidad está fuera de los límites.
Según archivos de Internet, desde la rebelión del Bar Kokhba, que terminó el año 135 de la era común (EC), los judíos han sido expulsados de sus países anfitriones o exterminados, ¡más de 800 veces! Estos pogromos fueron antes del Estado de Israel, del racismo e incluso del cristianismo. De hecho, el antisemitismo es tan viejo como el judaísmo mismo. Por eso, si queremos encontrar la solución al odio contra los judío, tenemos que ir más profundo que atribuirlo a una crisis que sucede hoy y ya no está mañana.
Pero quizás el hecho más intrigante sobre el odio al judío, es la aparente dicotomía entre el desarrollo de un país y la intensidad y ferocidad de su antisemitismo. De las innumerables atrocidades que los no judíos han infligido a los judíos, las más potentes y dolorosas han sido las de las naciones más poderosas de su tiempo. Egipto bajo el faraón fue el primero, seguido por Babilonia, que arruinó el Primer Templo. Luego vino Grecia con la destrucción temporal del Segundo Templo, seguida de Roma, que lo destruyó más allá de toda reparación y dejó que los judíos se destruyeran entre sí, en una espantosa guerra civil. En el siglo XV, España, un imperio poderoso e ilustrado, expulsó a los judíos, en el segundo evento más traumático desde la ruina del Segundo Templo y finalmente, el Holocausto de la Alemania nazi contra los judíos europeos es el peor trauma, desde la ruina del Segundo Templo. En todos esos episodios, los exterminadores fueron las naciones más avanzadas, cultivadas y civilizadas de su tiempo. Pero en algún momento, algo las hizo volverse contra los judíos y dejar al monstruo suelto.
Dado que este patrón ha persistido a lo largo de la historia y sólo el pretexto ha cambiado de acuerdo a las circunstancias, no hay razón para esperar que cambie en adelante. El futuro de los judíos, parece sombrío y otro golpe se acerca. Si será el Estado de Israel o los judíos de EUA o ambos, es la conjetura, pero no hay duda de que las dos comunidades judías más desarrolladas y avanzadas, son el objetivo del gran golpe que se avecin contra el pueblo judío.
A menos que, por supuesto, lo detengamos. Nosotros, los judíos, somos los inesperados portadores de la clave para terminar el antisemitismo. Y una vez más, no es una solución circunstancial. Tampoco es cuestión de política, ideología ni de sofocar los arrebatos antisemitas. Podemos y deberíamos aplicar soluciones placebo, pero no debemos pensar que resolverán el problema. Si creemos que lo harán, la realidad explotará en nuestra cara.
La solución real no está en el mundo, sino en los propios judíos. Es la razón por la que el odio persiste en cualquier circunstancia. Debemos buscar la solución, no en cómo nos trata el mundo, sino en cómo nos tratamos. Nuestras relaciones generan el odio de las naciones hacia nosotros. Puede parecer extravagante, aunque nuestros sabios lo han dicho a lo largo de las eras, pero somos reacios a escuchar sus consejos.
Toma en cuenta que nuestros sabios no atribuyen la ruina del Primer Templo a la conquista babilónica, sino a la destrucción y la corrupción dentro de Israel. Del mismo modo, no atribuyen la ruina del Segundo Templo a los romanos, sino al odio mutuo y sin fundamento de los judíos. Una y otra vez, nos dicen que si nos unimos, ningún daño vendrá a nosotros. Nunca les hemos escuchado, adoptamos convenientemente el papel de víctima y culpamos por nuestros problemas a los demás.
Cuando veo el clima político global, no creo que sea bueno para los judíos. No sé cuánto tiempo tenemos, pero no creo que sea mucho, antes de que las nubes oscuras en el horizonte, formen una tormenta que desatará su ira sobre los judíos. Peor aún, por lo que puedo ver, no será un solo país el que le dará rienda suelta al odio, sino el mundo entero, no habrá a dónde correr. Por eso creo que es muy urgente que apliquemos la cura que no hemos intentado desde antes de la ruina del templo: Unidad. Nuestros sabios nos dicen que, el incentivo para el antisemitismo, es nuestro odio mutuo y la cura, es nuestra unidad, ser «como un hombre con un corazón».
Para obtener más información sobre este tema, lee los libros “Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día” y “La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos”.
Buen día, gran verdad estamos viviendo la vida con tanta indiferencia, indolencia, ni siquiera nosotros nos interesamos x nuestras vidas. Despertar xq amaneció y respiro. Cómo automática. Sin sentido. Y me entristece. Sin agradecerle al Creador mucho menos preguntarle cuál es el plan de hoy. Dios los bendiga grandemente 🙏🙏