El 26 de diciembre de 2004, a las 9:30 de la mañana, una ola de un tamaño inusual y de rápido movimiento, surcó el tranquilo mar sorprendiendo y a los bañistas en la playa Koh Lanta, en Tailandia, se estrelló en la playa y arrastró algunas de las sillas hacia el mar.
Lisa Anckarman, entonces una chica de quince años, filmó la ola y mucho de lo que sucedió después. Relata: “La gente permaneció en la playa y entre lugareños y turistas comentaban lo confuso del hecho. La respuesta fue impactante”, dice con algo de nervios. “Cuando todos observaban que las sillas se adentraban al mar, fue cuando un rugido se escuchó en el aire. Las miradas asombradas voltearon al horizonte, para ver una pared de lodo y agua acercándose. Al principio (relata) “me costaba comprender lo que veía” luego «el aire alrededor se llenó de pánico total». Su hermano, un joven y atlético, tomo a su pequeña hermana y corrieron hacia la colina más cercana. Sobrevivieron, pero ese día casi un cuarto de millón de personas perdieron la vida por el tsunami.
El terremoto que causó el tsunami fue el tercero más prolongado jamás registrado, duró entre ocho y diez minutos y tuvo el mayor número de réplicas jamás registrado. Sin embargo, en la gran mayoría de las áreas costeras que rodean el epicentro del terremoto, no sonó ninguna alarma, antes de la llegada de las olas.
En mi opinión, nuestro mayor problema de hoy, es que nos parecemos a esos ingenuos bañistas. Creemos que es sólo una gran ola; que se llevará algunas sillas mientras pasa y es todo. No nos damos cuenta de que es el comienzo de una serie de olas, cada una más grande y más devastadora que la anterior y que cuando todo termine nuestro mundo habrá cambiado para siempre. La COVID-19 no es todo, es la primera «ola de tamaño inusual y de rápido movimiento». Por eso muchos están confundidos, aunque se divierten, sin saber si tomarla en serio o no. Pero todos deberíamos tomar a la COVID-19 muy en serio.
El nuevo mundo se ha estado formando bajo la superficie durante décadas, pero nos resistimos a su llegada.
Intentamos, a toda costa, seguir con el consumismo y la competencia despiadada, y sólo retrasamos lo inevitable. Ahora, finalmente, la presión tectónica se acumuló hasta el punto en que las placas se colocaron en una nueva posición, la presión se liberó rápidamente y el resultado fue un tsunami que cambió la vida en el mundo. No debemos engañarnos; las olas que seguirán a la COVID serán más altas y devastadoras. Podremos escapar de su impacto, sólo si actuamos ahora.
El cambio que sucede es la transformación de nuestra relación con el mundo, con la sociedad y con los demás. Es una revolución en nuestra percepción de la realidad; de ver el mundo con los ojos del individualismo a verlo con los ojos del colectivo. Aún nos resistimos a la transición. El ego nos dice que es sólo una ola; pronto volveremos a nuestro estilo de vida, a agotar recursos y a explotar al planeta en todas las formas que podamos, de modo deliberado o inadvertido. Pero el ego nos engaña. La mayoría de los que se quedaron inmóviles ese 26 de diciembre de 2004, no sobrevivieron a las olas que siguieron. Tampoco lo harán los que insisten en enterrar la cabeza en la arena.
Cuanto antes llevemos nuestra mente, corazón y cuerpo a construir una sociedad con base en responsabilidad mutua, en incorporar todas las partes de la sociedad y en crear el sentido de comunidad, más pronto nos liberaremos del virus y de sus horrores posteriores.
A diferencia de 2004, tuvimos numerosas alarmas. Mucha gente advirtió que nuestro paradigma era insostenible. Yo mismo escribí y hablé sobre esto durante al menos quince años, pero mis súplicas siempre fueron recibidas con tolerancia condescendiente o con desprecio descarado.
Ya pasó la fase de hacer sonar la alarma; estamos en medio del evento. Deberíamos hacer lo que se nos dice: mantener la distancia social, usar mascarillas y ver dónde estamos. Los trabajos del pasado se fueron o, muy rápido están muriendo. La mayor parte del trabajo físico lo harán las máquinas, el trabajo humano se relacionarán cada vez más con la conexión. Habrá gran cantidad de trabajos necesarios para construir una nueva sociedad con base en cuidado, solidaridad y cohesión social, todos esos valores que hemos ridiculizado durante tanto tiempo, ahora serán vitales para nuestra existencia. Sin ellos, no podremos hacer nada, ni siquiera mantener la cadena de suministro para alimentarnos a nosotros y a nuestra familia. Hoy, responsabilidad mutua no es un sólo un concepto elevado; es tan necesaria como la comida y el agua, sin eso no tendremos nada.
Debemos entender que ahora, nadaremos juntos o nos ahogaremos solos.
Muy buena reflexión, el hombre no está preparado para este cambio y prefiere la negación a la aceptación de la nueva realidad. Este será un proceso de selección natural permaneceran los más sabios?
Así lo veo yo ..en verdad nunca imaginé de qué manera el hombre tendría que parar antes de extinguir los recursos naturales..de crear una competencia para destruir al mundo por ambición..y no pensar que no tenemos otro lugar para ir. Yo sie e puesto a pensar que nuestra sociedad nunca será la misma.aunque hay quienes quieren que si lo sea..como usted bien dice.algumos esperan la vida (normal)..yo al menos siempre e pensado que no me acostumbro a lo fácil que resulta que todo llegué fácil a cambio de destruir al planeta.que siempre estoy pensando en que en algún momento tendremos que ir hacia las montañas cuando las costas se inunde n y nuestro patrimonio por así decirlo quedé bajo el agua. El covid nos a traído un mensaje de muerte…y una advertencia…ya no podemos hacer nada por el planeta ..el planeta se curará solo…y nosotros tendremos que aprender a respetarlo como debió haber sido siempre…o atenernos a las consecuencias…hay cosas que yo siempre observo. Por ejemplo,que el agua turbia se cristaliza cuando pasa algún tiempo. Y que los árboles se habrén paso encima de las construcciones..que le hizo pensar al hombre que puede destruir la naturaleza que está aquí desde hace millones de años..di aprendemos a respetarla y a convivir sin dañarla…creo que las generaciones en el futuro..podrán disfrutar una tierra más limpia.para su propio bien..los virus siempre estarán y han estado desde antes que nosotros.y vendran otros y más cosas que desconocemos..el covid es la primera advertencia..ya que ni el sida hizo nada ..todo siguió igual y empeoró…este virus vino a poner al mundo de cabeza.por la parte de la economía…y también vino a poner de cabeza a todos alertas…la naturaleza dice. .me respetas o me respetas…ya había dado muchas advertencias y nadie había echo caso…como último comentario por qué extendí..quienes más temor tienen de este virus.son los que amasaron fortunas destruyendo algún ecosistema…dinero que no sirve de mucho ante está extinción que apenas empieza.
Shalom javerim…
Hola estoy muy agradecida,su mensaje me ayudan a ser mejor persona en esto momento tan dificil que estamos viviendo.gracias
Cruel leer y tomar conciencia, pero que gran verdad, la humanidad no quiere darce cuenta de lo que está pasando, no pueden ver que una olita preciaja una gran ola que arratrara todo a su paso, los humanos, nos falta mucho que aprender, y será demaciado tarde cuando se den cuenta que no todo es broma y hay que tomar muy en serio lo que está pasando el covid19 no es una simple gripe, no se cuando se darán cuenta aquellos irresponsables, que están matando, no sólo ha ellos a su familia seres queridos, sino ha toda la humanidad, un gran dolor que no entiendan y cuando lo hagan será demaciado tarde….
Toda! Apreciado Maestro, por ese salvavida que esta dando al mundo!
El Creador le dé del cielo todo lo necesario para seguir otorgando sus conocimientos!
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Más cuando hoy 2 de agosto del 2020, en el EVANGELIO, NARRA LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y PESCADOES; nos habla de solidaridad y la responsabilidad que nos tenemos los unos a los otros. JESÚS, como en su tiempo a sus discípulos, nos dice hoy a nosotros… «DENLES UDS. DE COMER». No solo esperar de las autoridades o de papá ESTADO, sino C/U, desde nuestras trintreras necesitamos compartir lo mucho o lo poco que tenemos hacia el resto de seres menos favorecidas. No siempre serán cosas, también necesitamos darnos (nuestro tiempo, conocimientos y experiencias), pues hay muchos mayores, por ejemplo, buscan que alguien que les escuche y les haga compañia, al menos unos minutos.
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Más cuando hoy 2 de agosto del 2020, en el EVANGELIO, NARRA LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y PESCADOS; nos habla de solidaridad y la responsabilidad que nos tenemos los unos a los otros. JESÚS, como en su tiempo a sus discípulos, nos dice hoy a nosotros… «DENLES Uds. DE COMER». No solo esperar de las autoridades o de papá ESTADO, sino C/U, desde nuestras trintreras necesitamos compartir lo mucho o lo poco que tenemos hacia el resto de seres menos favorecidos. No siempre serán cosas, también necesitamos darnos (nuestro tiempo, conocimientos y experiencias), pues hay muchos mayores, por ejemplo, que buscan de alguien que les escuche y les haga compañia, al menos unos minutos. Para compartir sus hazañas y de sus vivencias.
Indudablemente también es una invitación a volver a nuestra tierra y al consumo orgánico.