Hasta cierto punto, todos criticamos a los demás. De hecho, muy pocos pueden evitar, censurar. Lamentablemente, criticar es, de hecho, nuestro propio ego adorándose a sí mismo. La justicia propia y la justa indignación nos dan un sentido de superioridad que la mayoría no podemos resistir.
Siempre nos comparamos con los demás, ya sea conscientemente o no, así se desarrolla la autoestima. Por eso, mientras más bajo veo a los demás, más alto me veo a mí mismo. Y si no puedo elevarme, me dedico únicamente a rebajar a los demás. Ésta es la razón de nuestra tendencia a ser condescendientes y a menospreciar a otros. Así como la gente alguna vez creyó que la Tierra era el centro del universo, cada uno de nosotros también sentimos que somos el centro de la creación, incluso si no lo admitimos, ni siquiera ante nosotros mismos.
Sin embargo, como todos los rasgos negativos inherentes, podemos convertir la crítica en fuerza constructiva que aporte mucho bien. La envidia es una emoción potente que nos atormenta. Cuando vemos que otros triunfan, nos despierta envidia y temor por nuestra posición. Naturalmente, criticaremos con pasión. Sin embargo, si no fuera por la envidia, no hubiéramos creado la civilización. La envidia crea competencia y la competencia crea progreso. Si lo entendemos, nos daremos cuenta de que nuestro desarrollo depende del desarrollo de los demás. El truco está en mantener equilibrio entre envidia y competencia y no exagerar, como sucede hoy.
Actualmente, nuestro ego ha crecido hasta el punto que desea destruir a los demás. Es evidente, sobre todo, en las relaciones internacionales, pero si consideramos las crecientes tensiones sociales entre grupos étnicos, culturas, religiones y opiniones políticas, es claro que llegaremos a un choque. La única forma de prevenirlo es entender que dependemos unos de otros. Sin la existencia de la opinión opuesta, mi propia opinión es nula y sin valor. Además, ni siquiera pensaríamos lo que pensamos ahora, ya que nuestra opinión es reacción a la opinión opuesta.
Tomemos al socialismo, por ejemplo. Sin el capitalismo, la idea del socialismo no hubiera surgido y las nobles ideas sobre la sociedad con las que contribuyó nunca hubieran aparecido.
Por eso, vemos que la crítica, la progenie del ego, es ruin a menos que comprendamos que precisamente gracias al asunto o a la persona criticada, hay mérito en nuestra crítica y en nuestras propias ideas. Si lo tenemos en cuenta, la crítica conducirá al crecimiento y a la prosperidad. De lo contrario, sería mejor que nos la guardemos para nosotros mismos, por nuestro propio bien.
Si por medio que escuchamos opiniones distintas es un indicio de que nuestras relaciones pueden mejorar sobre la conexión y aceptación de los unos con los otros.
Gran vredad. Siempre me proyecto, se que es una lucha diaria aceptar que los espejos me dicen hasta donde está mi estúpido ego. Un trabajo que con la ayuda de Dios, enfrentó el hoy. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏