Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La democracia no puede derrotar a la naturaleza humana

2020 comenzó con un golpe y terminó en caos. La COVID-19 dio un doloroso golpe en la faz de la civilización y nos detuvo en seco. Desde que golpeó, hemos vivido en espera de que llegue una vacuna. Pero, por dolorosa que sea, la pandemia palidece en comparación con la agitación que atraviesa Estados Unidos tras las elecciones presidenciales y que ninguna vacuna puede curar. Se dice que cuando Wall Street estornuda, los mercados de valores del mundo se resfrían. Sólo podemos adivinar cómo afectará el colapso de la democracia de EUA que estamos presenciando, al resto del mundo, pero sea lo que sea, no será agradable.

La buena noticia es que el sombrío futuro de Estados Unidos y del mundo no está escrito en piedra. Aún podemos redefinirlo. Pero, hacerlo requerirá compromiso, determinación y sobre todo, reconocer que llegamos al final de la cuerda y que si no hacemos lo necesario para salvarnos, estamos condenados.

Soy cabalista y científico. Antes de estudiar Cabalá, fui científico e hice investigaciones extensas sobre la forma en que los organismos mantienen la homeostasis (equilibrio) en condiciones dinámicas. Cuando me encontré con mi maestro de Cabalá, Baruch Ashlag, hijo primogénito y sucesor de Yehuda Ashlag, autor de un comentario completo sobre El libro del Zóhar, su enfoque me atrajo precisamente porque es científico. Ashlag, hijo, continuó los pasos de su padre, quien, además de ser el principal cabalista del siglo XX, estaba muy interesado en ciencias sociales y humanidades y fue muy prolífico en sus escritos al respecto. Su amplio conocimiento de Cabalá -la ciencia que busca, cohesión social y conectar a la gente-, le ayudó enormemente cuando analizó los sistemas y procesos sociales que se vivió a mediados del siglo XX.

En sus últimos años, después de la Segunda Guerra Mundial, Ashlag se dedicó a dos proyectos colosales, aunque sólo logró completar uno. Antes de su muerte, publicó el comentario completo sobre El libro del Zóhar que ahora llamamos el comentario Sulam [escalera]. Después de este enorme logro, se le conoció como Baal HaSulam [amo de La escalera]. Al mismo tiempo, trabajó en lo que podría haber sido una explicación extensa de la estructura de la sociedad, que pensaba que la humanidad debería construir para establecer una sociedad justa, sostenible y próspera. Nos dejó sólo borradores y notas, pero hay tantos que es fácil ver a dónde iba con sus ideas.

Lo más fascinante es ver la claridad con la que Baal HaSulam vio los eventos futuros que ahora vivimos. Reconoció que todos somos intrínsecamente egoístas y que, explotamos, intimidamos y subyugamos a los demás, sólo para hacer lo que queremos. En la década de 1930, escribió en su ensayo Paz en el mundo: “En palabras simples, diremos que la naturaleza de todos y cada uno es explotar a los demás en beneficio propio y si se da a otro, es sólo por necesidad. Incluso así, los explotamos, pero lo hacemos con astucia, para que el vecino no se dé cuenta y ceda de buena gana. …Es una ley inquebrantable. La única diferencia es en la elección de cada uno: uno elige explotar por codicia, otro, quiere poder y un tercero, respeto. Además, si puede hacerlo sin mucho esfuerzo, explotaría al mundo por tener los tres juntos: riqueza, poder y respeto». Es lo que vemos hoy: un sentido absoluto de derecho y una explotación descarada y desenfrenada o al menos intentos de hacerlo. Como dijo Baal HaSulam: «lo hace con astucia, para que el vecino no se dé cuenta y ceda de buena gana». Unos años después de su advertencia, los nazis llegaron al poder.

Más o menos al mismo tiempo, Baal HaSulam escribió detalladamente sobre las fallas del comunismo ruso, explicó que no duraría, porque los ideales de igualdad y de contribuir a la sociedad lo más que se puedas y recibir sólo lo necesario para el sustento, fueron impuestos a gente que no fue educada de esta manera y por lo tanto, fracasaría. De hecho, estaba tan seguro de su observación que escribió sobre la caída de Rusia en tiempo pasado, aunque lo hizo en la década de 1930, cuando el comunismo ruso estaba en su mejor momento. En el ensayo La paz (ensayo diferente a Paz en el mundo), escribió: «De hecho, la historia misma se volvió a nuestro favor y nos preparó un hecho establecido, suficiente para apreciarlo por completo y para una conclusión inequívoca. Todos pueden ver que una sociedad tan grande como la rusa, con cientos de millones de habitantes, con más superficie que toda Europa, insuperable en riqueza y materias primas y que ya se comprometió a llevar una vida comunal y prácticamente abolió la propiedad privada, un sistema donde todos se preocupan sólo por el bienestar de la sociedad, aparentemente con la medida plena de la virtud de otorgar a otros en todo su significado, hasta donde la mente humana puede comprender. Sin embargo, ve lo que fue de ellos: en lugar de elevarse y superar los logros de los países capitalistas, se hunden cada vez más. Ahora, no sólo no benefician a los trabajadores un poco más que los países capitalistas, sino que ni siquiera pueden asegurarles ni su pan ni su vestido.

En la década de 1950, cuando Baal HaSulam escribió sus borradores y notas, detallando sus opiniones sobre la sociedad sostenible y justa, imaginó un futuro sombrío para la democracia, nuevamente debido a la falta de una educación adecuada. En estas piezas, publicadas en Escritos de Baal HaSulam, explica que no ve futuro para la democracia, precisamente por el mal inherente a la naturaleza humana, que aún no es corregido. En sus palabras, “Desde los albores de los tiempos, nunca ha sucedido que la mayoría del público gobernara un país. O lo hicieron los autócratas… o la oligarquía o los demócratas engañosos. Pero la mayoría de la gente sencilla gobernó sólo en los días de Hitler, quien, además, promovió la maldad hacia otras naciones. Elevó [el valor de] beneficiar al público al nivel de la devoción total, pues entendió el estado de ánimo de los sádicos, quienes, si se les da espacio para descargar su sadismo, lo pagarán con su vida”.

“De hecho”, continúa Baal HaSulam, “es una verdad absoluta que no puede haber una sociedad buena y completa, a menos que su mayoría sea buena, porque la administración refleja la calidad de la sociedad …Si la mayoría es mala, la administración necesariamente será mala, porque los impíos no pondrán gobernantes a quienes no aprueben. No debemos deducir (nada más) de las democracias modernas”, explica su falta de esperanza para ellas (a principios de la década de 1950) “ya que utilizan diversas tácticas para engañar a los votantes. Cuando [los votantes] se vuelvan más sabios y comprendan su astucia, la mayoría seguramente elegirá la dirección de acuerdo con su espíritu». Baal HaSulam explica que, para engañar al público, los gobernantes de la sociedad colocan «maniquíes» que se ven bien pero que en realidad, son impotentes, su único propósito es permitir que los gobernantes sigan gobernando sin ser molestados. En sus palabras, “Su táctica principal es que primero saludan a la gente con buena reputación y las promueven como sabia o justa y las masas creen y la elige. Pero una mentira no perdura para siempre”, concluye.

Al final, como dice Baal HaSulam, una democracia que permite que una mayoría egoísta decida quién es su líder, elegirá a un líder egoísta, de acuerdo con la naturaleza inherente del hombre. Esto no puede durar mucho. Al final, el egoísmo alcanza niveles tan extremos que todo el sistema se corrompe y se desmorona. En ese momento, la democracia se convierte en una víctima más de la naturaleza humana malvada.

Hasta que no cambiemos lo que somos, no cambiaremos ni líderes ni regímenes y no podremos construir una buena sociedad. Necesitamos reconocer que no sólo hay espacio para todos en este planeta, sino que nos necesitamos todos, todas nuestras opiniones e ideas, nuestras fantasías y aversiones, nuestros colores y razas, creencias y culturas. Nos necesitamos porque si no estuvieran presentes, estaríamos incompletos. Los demócratas no serían demócratas si no fuera porque existen republicanos y viceversa. ¿Puedes pensar en lo masculino sin compararlo con lo femenino o al revés? Sin el otro, no nos definimos en absoluto, sólo trozos de carne vagando sin rumbo fijo hasta que llega su fin.

Hoy, más que nunca, necesitamos que la humanidad lo reconozca y pronto, para que comprendamos el daño que nos causamos con nuestra cultura de negación y aversión mutua. Como escribí al comienzo de este -más largo de lo esperado- artículo, aún podemos determinar nuestro futuro. Cuando estalle la violencia, no estoy seguro de que aún sea posible. Por eso, debemos apurarnos, convencernos y compartir con los demás las nociones de nuestra interdependencia, de la vulnerabilidad de la democracia y del único remedio que puede salvar nuestra sociedad y nuestro futuro: educación para la conexión.

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