Desde el primer momento, la vida nos pone dificultades y obstáculos. De hecho, toda la vida es una serie de esfuerzos para superar obstáculos. Cuando nuestras fuerzas para superarlos disminuyen, pasamos a mejor vida.
Al ser egoístas por naturaleza, nos sentimos atraídos a hacer sólo lo que queremos. Cuando queremos algo, tenemos fuerza para superar los obstáculos y conseguirlo. Pero cuando tenemos que ir en contra de nuestra voluntad, empiezan los problemas.
Por ejemplo, nadie quiere levantarse por la mañana para ir a trabajar, aunque trabajemos en casa. Pero al recordar que tenemos una familia que cuidar, una hipoteca o un alquiler que pagar y otros incentivos de este tipo, acabamos por salir de la cama.
Lo mismo ocurre con la comida. Nadie quiere estar a dieta; queremos comer lo que queremos, cuando queremos y tanto como queremos. También queremos sentirnos bien y tener un buen aspecto, pero si este deseo no es tan fuerte como el de carbohidratos y dulces, no podremos resistirnos ni persistir en la dieta. En otras palabras, rompemos la dieta, no por falta de voluntad, sino por indecisión, no decidimos cuál objetivo es más importante.
Para tener éxito con una dieta, como en todo en la vida, primero debemos determinar por qué lo queremos. Si no entendemos los beneficios de estar delgados, ligeros y sanos, nunca tendremos la determinación de comer buenos alimentos ni de ceñirnos a cantidades saludables.
Es una lucha constante para dirigir los antojos, cuestionar lo que queremos, ajustar nuestras intenciones y objetivos y reforzarlos cuando nos debilitamos. No nos centramos en el deseo en sí, sino que aumentamos la importancia del objetivo: estar sanos y vernos bien.
La mejor forma de aumentar un deseo es rodearnos de personas cuyo objetivo sea el mismo que el nuestro. Juntos, podemos reforzarnos y animarnos mutuamente. Además, si buscamos animar a los demás para que alcancen el objetivo común, no nos centraremos en nuestras propias debilidades y el ánimo que damos, vuelve a nosotros como fuerza adicional. Así, no es difícil tener éxito en las dietas ni en ningún otro objetivo que nos propongamos.
El propósito de la vida va mucho más allá de mantener un buen físico. Su propósito es elevar el espíritu por encima de la vida material y llegar a un reino nuevo y amable de percepción. Estamos destinados a revelar nuestras conexiones en niveles mucho más profundos e intensos que cualquier compromiso mundano. El propósito de la vida es sentir a toda la humanidad como un organismo único, cuyas células, que somos nosotros, se conocen y se sientan entre sí, con tanta claridad y viveza como sienten su propio cuerpo o aún más.
El camino para lograr esta percepción es exactamente el mismo que usamos para perder peso. Si nos rodeamos de gente que busca el mismo objetivo sublime, nos animaremos y apoyaremos mutuamente a lo largo del camino y será fácil y rápido alcanzar la meta. Si intentamos hacerlo solos, no habrá ninguna posibilidad, igual que con la dieta.
Totalmente de acuerdo!!! Es el mismo objetivo que tenemos las personas adictas al alcohol u otras sustancias. Entre toda la comunidad de AA Y DIOS. Nos apoyamos para lograr el estado de sobriedad y ayudar a otros a alcanzarlo. Muchas gracias. Extraordinario artículo. Dios los bendiga grandemente!!!