Un famoso cantante israelí escribió recientemente en las redes sociales, que la Operación Amanecer, la campaña militar de tres días, en mayo, en la que Israel luchó contra la Yihad Islámica Palestina en Gaza, pudo haber sido una victoria militar, pero no resolvió nada. Aparte de hacernos sentir bien con nosotros mismos, no logró nada. En todo caso, el orgullo nos perjudica, no nos beneficia.
El cantante también se refirió a la reputación del pueblo judío como el más inteligente del mundo. Dijo que nuestro ingenio en el desarrollo de sistemas de defensa sofisticados nos vuelve peligrosamente complacientes y presumidos.
Estoy de acuerdo con esta afirmación porque las armas, por muy sofisticadas y avanzadas que sean, no nos traerán paz. En el mejor de los casos, pueden darnos un respiro frente a las hostilidades activas, pero si usamos la pausa para descansar o construir armas aún más sofisticadas y pensamos que eso es todo lo que necesitamos hacer, somos los inteligentes más estúpidos.
Necesitamos entender que las armas, por efectivas y avanzadas que sean, no terminarán con nuestras guerras, porque las armas no traen paz. El dicho; vis pacem, para bellum (si quieres paz, prepárate para la guerra), es cierto sólo, si nuestra definición de paz es ausencia de hostilidades activas. Esta no es la definición de paz que yo conozco.
En hebreo, la palabra Shalom (paz) viene de la palabra HaShlama (complemento). Complemento es cuando dos partes que se contradicen, son ajenas y a menudo hostiles, forjan un vínculo que trasciende sus desacuerdos y conflictos. No suprimen ni cancelan sus disputas, sino que valoran más la unidad que la causa de su conflicto. Por eso, forman un vínculo más fuerte que el motivo de su lucha.
De hecho, el vínculo debe ser más fuerte que el conflicto, para que no se rompa bajo la presión de la división. De ello se deduce que mientras más dura es la disputa, más fuerte debe ser la unidad que construyen las partes, cuando desean mantener la paz.
Lograr esa paz requiere trabajar en la conexión, en el vínculo. Requiere, continuamente, elevar el valor de la unidad, la solidaridad, la cohesión y la responsabilidad mutua. Es la única “arma” del pueblo de Israel que nos dará una paz real y duradera, primero entre nosotros y luego con nuestros vecinos.
No será fácil. No sólo somos inteligentes; también somos muy egoístas. No hay duda de que preferir la unidad al placer de la propia justicia, no es fácil. Además, nos falta la sabiduría básica para comprender que nuestra fuerza radica en nuestra conexión y este es nuestro único camino hacia la victoria. Pero difícil o no, la unidad sigue siendo nuestra única herramienta para lograr la victoria final.
Nuestro éxito en el campo de batalla nos da tiempo, pero debemos usarlo sabiamente. Si lo usamos para descansar, eventualmente, perderemos. Si usamos nuestros descansos de las hostilidades activas para fortalecer nuestra conexión, promoveremos la paz dentro de Israel y con nuestros vecinos. Esta es la única esperanza de paz en Israel y el único movimiento inteligente que pueden hacer la gente inteligente.
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