Hace algunas semanas conmemoramos el aniversario del fallecimiento del gran cabalista Isaac Luria, conocido como el Santo ARI. Y es un buen momento para reflexionar sobre una extraña sincronía entre su llegada y los acontecimientos globales de su tiempo. Pero, antes de hablar del ARI, debemos hablar del fundador de la sabiduría de la Cabalá, como tal, el rabino Shimon bar Yojai, también conocido como Rashbi.
Rashbi, autor de El libro del Zóhar, libro seminal de Cabalá, vivió en un momento crítico de la historia de la humanidad. Vivió en el siglo II de la era común (EC), no mucho después de la caída del Segundo Templo, del exilio del pueblo de Israel de Jerusalén y de la dispersión por el mundo.
Ese período, los primeros siglos de la EC, fue una época de transformaciones globales radicales. El mundo pasaba del paganismo al monoteísmo. Roma decaía gradualmente, junto con su panteón de dioses y una religión incipiente que se conoció como cristianismo, estaba acelerando su expansión. Ese tiempo también vio el oscurecimiento de la cultura griega y el comienzo de la época más oscura en la historia de la humanidad: la Edad Media.
Cuando terminó la Edad Media, comenzó un período de despertar humano conocido como Renacimiento y también surgió un nuevo cabalista con enseñanzas revolucionarias. Isaac Luria, el ARI, vivió a mediados del siglo XVI. Fue cuando el Renacimiento empezaba a extenderse por Europa. También fue la época en que Martín Lutero vivió y difundió sus ideas. Estos dos movimientos revolucionarios, el Renacimiento y el protestantismo, cambiaron el mundo para siempre. La Cabalá luriánica, llamada así por Isaac Luria, el ARI, fue igualmente revolucionaria; cambió la forma en que los cabalistas estudiaban y enseñaban Cabalá y allanó el camino para explicarla de manera que el mundo pudiera entender.
El tercer gran cabalista que vivió en un momento crucial de la historia fue Rav Yehuda Ashlag, conocido como Baal HaSulam. Vivió dos guerras mundiales y advirtió sobre el inminente genocidio de los judíos, años antes de que sucediera. También vivió para ver el establecimiento del Estado de Israel y el surgimiento de los bloques; soviético y estadounidense.
Baal HaSulam escribió comentarios extensos y claros sobre los escritos de sus dos predecesores, El libro del Zóhar de Rabí Shimon bar Yojai y los escritos del ARI. Realmente logró que Cabalá fuera accesible para todos y fue pionero en la difusión de la sabiduría de la Cabalá en todo el mundo.
Si bien, no veo una conexión directa entre la llegada de los cabalistas revolucionarios y el advenimiento de las transformaciones ideológicas, religiosas y culturales en el mundo, aún hay conexión, pues ambos expresan la aparición del cambio evolutivo de la humanidad. El mundo cambia en su expresión física y Cabalá cambia en su expresión espiritual, pero ambos procesos demuestran el advenimiento de una nueva fase en la evolución humana. Ocurren simultáneamente, no se derivan una del otra.
La extraña sincronía entre la llegada de nuevas eras y la aparición de cabalistas revolucionarios se crea, no porque estén conectados entre sí, sino porque ambos están conectados a la misma fuente, al motor de la realidad, a la fuerza creativa de dar que lo engendra todo, lo sostiene todo y lo desarrolla todo hasta su objetivo final: la unidad total de todo lo que posibilita la entrega y el amor mutuos, en total unidad.
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