El deseo de dominar está en la base misma de nuestra naturaleza, por eso, la guerra forma parte de nuestra vida. Aunque, es contraproducente para nuestros propios intereses.
Si observamos a la humanidad, veremos que la guerra nos destruye. Con todo el progreso tecnológico, podríamos haber construido el paraíso en la tierra, pero tenemos lo contrario: en lugar de progresar nos sumimos en más y más en guerras y conflictos.
En la base de toda guerra está el ego humano, que nos mide contra otros y nos pone en constante competencia. Como resultado, en nuestras relaciones vemos que la guerra es cada vez más inevitable.
¿Cuándo podremos tener un poco de paz y tranquilidad?
Cuando nos desarrollemos y alcancemos un estado en el que, con una forma correcta de educación que nos guíe para entender qué y quiénes somos, qué es la naturaleza, cómo funciona y se desarrolla y cómo podemos lograr equilibrio entre nosotros y con la naturaleza, llegaremos a odiar la guerra y descubriremos el estado eterno de paz.
En el centro de esta educación debe estar el amor mutuo. Por un lado, la guerra está arraigada en nosotros, pero por otro, con educación y practicando amor mutuo, podremos destruir nuestra inclinación guerrera.
El amor vencerá al odio y la inclinación por la guerra, porque el amor es una fuerza mucho más poderosa. El amor es una fuerza que puede entrar en nuestras relaciones y derrotar la inclinación guerrera, a condición de que desarrollemos el deseo de que nos gobierne.
Shalom,
Comparto le exposición del Dr.
En mi opinión las guerras son producto de Ialdabaoth…
La conclusión que dejo para cada uno/a, creo es evidente
Sl2